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Digna Amor y su familia, en México.
«No me acostumbro a ver a Papá Noel abrigado cuando los demás vamos en chanclas»

«No me acostumbro a ver a Papá Noel abrigado cuando los demás vamos en chanclas»

Alejandro Rodríguez vive desde hace cuatro años y medio en Chile, en donde las Pascuas tienen lugar en verano, circunstancia que se le hace extraña a este gijonés. Como él, Digna, Sonia y Santos son asturianos expatriados que este año no oirán aquello de «vuelve a casa por Navidad» como el conocido turrón

Cristina M. Gayo

Jueves, 14 de junio 2018, 11:00

«Ser asturiano en México significa ser casi rico» (por los emigrantes de antaño que amasaron allá grandes fortunas). Esta es una percepción de la veigueña Digna Amor, que vive en el D.F. desde hace casi un año, y con la que no se siente nada identificada. Y no será porque la vida no le haya sonreído desde que llegó al país azteca empujada por la crisis económica, pues en ese tiempo esta ingeniera ha encontrado un futuro económico para los suyos y ha aumentado en un miembro la familia. Hace un mes dio a luz a su segunda hija, Catalina, que llegó al mundo como regalo anticipado de la Navidad y que, aunque por su corta edad ha hecho inviable un viaje en avión para pasar las fiestas en Asturias, les ha colmado de felicidad. A sus padres y a su hermana mayor, Gracia, de 3 años, que, según su madre, «ya habla con muchas expresiones mexicanas».

Explica Digna que intentarán pasar estas fechas «lo mejor posible». Esto significa que harán «una Navidad fusión», reuniendo lo mejor de las culturas de España y de México, y en compañía de amigos expatriados, «sobre todo, italianos y coreanos». Eso sí, serán unas fiestas diferentes, no porque se vayan a sentir «solos» (para algo D.F. es la tercera ciudad más poblada del mundo), sino porque echarán de menos la comida y a la familia e, incluso, el frío». Porque, «aunque los mexicanos dicen que hace frío con 25 grados, eso ni es frío ni es 'na'». «Aquí la nieve es artificial y tan rápido vas en chanclas y camiseta como con una chaquetita fina o un plumífero», bromea esta asturiana de Vegadeo que pone sus esperanzas en la lotería como único medio para repetir la suerte de aquellos antepasados que se hicieron ricos en México, un país, dice, lleno de oportunidades y del que se muestra segura de que cuando se vaya se llevará «algo más que una hija con doble nacionalidad».

La gijonesa Sonia también encontró en Estados Unidos algo más que un trabajo. A sus 27 años, esta licenciada en Química y con un máster en Química Orgánica, se define a sí misma como una más de «ese grupo de españoles muy bien formados, pero que no tenemos un hueco en el panorama laboral», por lo que un día decidió hacer las maletas e irse. Desembarcó en la bodega Kendall Jackson, en Santa Rosa, California, con la idea de trabajar «solo una vendimia, mejorar un poco el inglés y adquirir algo de experiencia en Química Analítica». Pero resulta que aquello le gustó. Se siente valorada en su trabajo, tiene un salario que se corresponde con su esfuerzo y formación, y que le permite «vivir con holgura». Además comenzó a conocer el mundo del vino y descubrió que le encantaba. Así las cosas, está será la tercera Navidad que pasa fuera de Casaseca de las Chanas, Zamora, en donde solía disfrutarlas en compañía de sus padres y sus abuelos.

Y, aunque echará de menos a los suyos, Sonia también ha encontrado su familia en la casa en la que vive -donde alquila una habitación- y con quienes se deleita de unas Navidades al más puro estilo americano, «como en las películas, incluyendo lo de ir a por el árbol que quieres, cortarlo y traerlo en el techo del coche». Y, aunque cada año -reconoce- le cuesta un poco más estar lejos de casa, esta joven asturiana no es de las que se lamenta: «He encontrado una tienda que vende turrón y una panadería mexicana que hace roscón de Reyes, así que compartiré esos detalles con mi familia americana para que estas fiestas tengan un toque español».

Las Navidades chilenas del gijonés Alejandro Rodríguez Fernández, de 35 años, no tendrán tampoco nada que envidiar a las de muchos hogares españoles. Este geólogo es previsor y ha encargado una buena remesa de productos patrios con los que llenar la mesa en su casa de Santiago de Chile, en donde vive desde hace cuatro años y medio. «Y los que me quedan», apunta.

Poco después comienza a desgranar algunos detalles de su vida en el país suramericano y se entiende por qué visualiza Alejandro un futuro lejos de su Asturias natal. Está casado con una chilena y sus dos hijos nacieron allí. Trabaja en el norte del país en la construcción de la mina Chuquicamata Subterránea y de sus palabras se desprende que no se está tan mal a más de diez mil kilómetros de la tierra que le vio nacer. Allí pasará la Nochebuena y la Navidad en su casa de Santiago, con un menú «typical spanish», es decir, «tortilla de patata, embutidos ibéricos, croquetas, morcilla... y, de postre, turrón y polvorones, que no pueden faltar en la caja navideña que me mandan desde España». Aunque, confiesa, eso de intentar tragar un polvorón a 35 grados no es tarea fácil. Tampoco se acostumbra a ver a los Papá Noel (allí conocido como «el viejito pascuero») ataviados con sus trajes invernales mientras el resto de la gente va en chanclas.

En Nochevieja Alejandro y su tropa se van al sur del país, junto a la familia de su mujer. Cuenta que los chilenos no tienen una tradición definida para recibir al nuevo año, pero a él nunca se le despista conectarse a internet a las 8 de la tarde para ver las campanadas desde España y comerse las obligadas doce uvas. Como tampoco se olvida de los suyos, a quienes envía un mensaje de felitación y les asegura que allí lo pasará bien, al tiempo que confía en poder comer el turrón del próximo año en España. Porque tiene ganas de volver a vivir unas Navidades largas -allí se acaba todo el día 25-, de brindar con sus amigos y de que sus dos «pequeñajos» conozcan la ilusión de la llegada de los Reyes Magos.

La que sí conoce la Navidad asturiana es la hija de Santos Daunesse Luis, gijonés criado en Oviedo que a sus 45 años pasará las pascuas fuera del Principado «por primera vez en la vida». En concreto, estará en Milán, Italia, en donde vive desde hace catorce años. Recalca que se siente «asturiano y sidrero de pura cepa» y que a su 'bambina' «le encanta ir a la playa», pero este año los compromisos profesionales -un restaurante y una empresa de construcción- les obligan a quedarse en tierras italianas. Y es que Santos es un hombre ocupado, de hecho, también tiene un programa de televisión en la cadena Rai 2, llamado 'Detto Fatto', en el que hace tutoriales sobre bricolaje.

Desde su país de adopción, aprovecha la conversación con este periódico para felicitar las fiestas a todos los asturianos y, sobre todo, a aquellos que, como él, «están fuera de la tierrina». Mientras tanto, ya prepara la Nochebuena y la Navidad, de las que disfrutará con los amigos, y la Nochevieja, que la pasará con sus padres, quienes viajarán junto a él para recibir a 2016 en familia.

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