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El homenajeado José Antonio Martínez, segundo por la derecha, entre Guillermo Rojo y Vicente Gotor, junto a Adolfo Rodríguez Asensio y Pilar García Moutón.
El universitario al que solo le faltó ser rector

El universitario al que solo le faltó ser rector

La Universidad de Oviedo homenajea al filólogo José Antonio Martínez, después de 40 años de servicio en todos los estratos

Eva Montes

Sábado, 30 de mayo 2015, 00:25

Lo fue todo en la Universidad de Oviedo. Todo, menos rector -y no por falta de ocasiones-, pero ayer, después de 40 años, en el Paraninfo solo había filólogos y compañeros de José Antonio Martínez en la Facultad de Filosofía y Letras. Acudieron todos a rendir homenaje al filólogo reputado, al amigo, al maestro que se jubila con el año.

Leonés de fuerte carácter, vino a Oviedo a estudiar Filología Hispánica y nunca más se desenganchó de su embrujo, en el que Emilio Alarcos, de quien fue discípulo, tuvo una participación destacada. Primer decano electo de la Facultad de Filología, 13 años director del entonces siempre explosivo Departamento de Filología Hispánica y decano de nuevo con el regreso a la actual Facultad de Filosofía y Letras, cierran su trayecto.

Pero su mayor aportación institucional la hizo como vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado, y de Extensión Universitaria en el equipo de Alberto Marcos Vallaure en la Universidad surgida de la Ley de Reforma Universitaria. Fueron tiempos duros a los que el propio José Antonio Martínez se refirió como «fatigas transformadoras de los años 80», pero en los que el profesor de la Universidad de Santiago de Compostela Guillermo Rojo, enmarcó a su amigo para reconocer «el papel de una generación en la construcción de la España actual desde el tardofranquismo». En ese tiempo se detuvo también el director general de Patrimonio, Adolfo Rodríguez Asensio, quien recordó su «análisis atinado» en el equipo rectoral al que también pertenecía.

En un acto cargado de afecto y reconomiento, le hicieron entrega de dos libros, 'Satadium Grammaticae', con colaboraciones de universidades españolas y extranjeras, y 'Varia Asturlleonesa', que recopila trabajos en el ámbito de la filología asturiana, cuya aportación destacó el profesor asturianista Ramón de Andrés. Fue el primero en reconocerle «un trabajo bien hecho», que posteriormente Rojo apostillaría como «mucho mejor de lo que las circunstancias permitían vaticinar. Tú, tu generación, entrega una universidad llena de problemas y manifiestamente mejorable, pero infinitamente mejor de la que encontrasteis».

A la hora de la despedida, la profesora del Consejo Superior de Investigación Pilar García Moutón le dedicó el poema 'La vida en juego', de Ángel González, y el rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor, quien le llamó «querido Antonio», le recordó que «la Universidad a la que serviste siempre será tu casa».

José Antonio Martínez, quien no hizo una intervención al uso de un homenajeado, calificó los dos libros obsequiados como «un acto de amistad» y aseguró que «con árbitros así no tendrían problema ni el Oviedo ni el Sporting». El lingüista acogió con su mesura habitual los halagos y recuerdos de 40 años, incluso cuando Félix Fernández de Castro, en su papel de antiguo alumno, recordó a aquel decano que recogía en su BMW amarillo a los alumnos de Avilés en su trayecto desde Salinas. «Aquello ya era suficiente para forjar la leyenda».

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