Olympia, la niña ovetense que pide ayuda para que todos los cerdos del mundo sean adoptados

Con la inocencia que solo dan los 4 años, Olympia comienza su vídeo dirigiéndose al presidente de Cepesma (Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas): «Hola, Luis Laria, ¿me puedes ayudar? Es que la gente se come todos los cerdos y los matan, los meten en una jaula». «¿Y tú qué quieres hacer, cariño?», le pregunta su madre, Marta Cueva. «Pues adoptármelos», responde resuelta la pequeña.

Olympia Zurrón Cueva se dirige a Luis Laria porque para ella es como un amigo. Ha oído hablar tanto de su labor en defensa de los animales y ha visto tantos vídeos que fue la primera persona en quien pensó esta mañana de domingo cuando tuvo la idea de grabar un vídeo para comenzar su cruzada en favor de sus amigos, los cerdos. «La culpa de esta admiración la tengo yo», confiesa la mamá de esta niña ovetense que sigue desde hace años el trabajo de Laria y le suele enseñar a su hija las cosas que éste cuelga en Facebook.

A pesar de su corta edad, Olympia demuestra una gran madurez y, sobre todo, respeto y pasión por los animales, que ha respirado en casa desde que nació. Sus padres le han contado desde pequeña la realidad de la procedencia de los alimentos y ella sigue, motu propio, algunos de los ejemplos que ha visto, como no comer carne o no beber leche de vaca. «Creo que los niños deben conocer ciertas cosas y no debemos meterlos en una burbuja de cristal. Los animales se comen, se matan y llevan una vida de hacinamiento, cautividad y sufrimiento. Es duro, pero es así», argumenta la progenitora, quien apunta que está educando a su hija bajo la máxima de «la libertad de escoger y tomar sus propias decisiones», por lo que no cree necesario obligarla a comer algo si ella no quiere. «Simplemente la dejo ser y la guío de la mejor forma posible», añade.

Así, con estas enseñanzas, Olympia se ha convertido en una niña responsable que derrocha cariño por los animales -no en vano en casa tienen cuatro perros, dos gatos, un conejo, dos cobayas y un hámster- y que, aun con la gran familia que tiene en su hogar, guarda hueco en su corazón para todos los cerdos del mundo y, por eso, no duda en llamar a la puerta de quien sea para pelear por sus derechos.