La gerente de Sidra Mayador, Consuelo Busto; el presidente del Principado, Javier Fernández, y el responsable de producción, Fermín Montes, en la embotelladora.

Un brindis por 75 años de sidra

Javier Fernández destaca «el esfuerzo, la imaginación y el riesgo» de Sidra Mayador, presente en 65 países

E. RODRÍGUEZ

Sábado, 6 de diciembre 2014, 00:32

75 años y en forma. Así celebró ayer Sidra Mayador, presente en 65 países de los cinco continentes, sus bodas de brillantes, la efeméride que recuerda su fundación en Villaviciosa en 1939. El artífice fue Manuel Busto Amandi, al que ayer, su hija Consuelo se refirió «como un innovador inventor» delante de un amplio número de invitados en las instalaciones de La Rasa, en la Venta del Pobre. Entre ellos, el presidente del Principado, Javier Fernández, quien, junto con la consejera de Agroganadería y Recursos Autóctonos, María Jesús Álvarez, recorrió y pudo conocer de cerca el embotellado de la bebida asturiana.

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Después de que las autoridades y los hermanos, hijos y nietos del fundador posaran para una foto de familia, llegó el momento de las intervenciones en la bodega, donde se hizo constante alusión a los pioneros pasos que dio Manuel Busto y que han seguido la segunda y tercera generación. Así, su hija Consuelo se refirió a cómo en 1946 registró la marca, algo que no era habitual en la época, y cómo en 1959 fue el primero en etiquetar las botellas. Después y ante el descenso del consumo de los años sesenta, «inventó una máquina de escanciar sidra natural para que la pudiese echar cualquier persona» y, a punto de cumplir los 60 años, cuando la mayoría está pensando en jubilarse, «se embarcó en otra aventura más costosa: embotellar sidra espumosa en envases de 20 y 25 centilitros». No faltaron tampoco las referencias a su característico muñeco y cómo este recurso sirvió para que, fuera de Asturias, los consumidores supieran qué es un mayador, «una persona que, machacando manzanas, logra un chorro de sidra que va a la barrica». Luego llegaron el vinagre de sidra y los zumos; su expansión internacional, el cambio de instalaciones para aumentar la maquinaria (año 2000), la incorporación de nuevas tecnologías y ampliación de mercados y las certificaciones de calidad, «que han abierto muchas puertas».

Para Javier Fernández, esta trayectoria «es un paradigma de ejemplaridad» y apuntó cómo Busto, emigrante que regresó a su tierra natal- se convirtió en «referencia obligada para otras iniciativas empresariales que tomaron nota de su capacidad para convertir la producción de sidra en un negocio con horizontes amplios».

Aludió a que la industria agroalimentaria asturiana da trabajo directamente a más de 8.400 personas, de las que un 10% se dedican a la elaboración de bebidas. 2003, dijo, marcó un punto de inflexión con la Denominación de Origen Protegida, lo que «ha impulsado el fomento de la investigación, la mejora de la calidad de la manzana autóctona y la diversificación de productos», y diez años después se ha pasado de 171 productores de sidra DOP a 275. «Os animo a seguir por dos razones: porque queda mucho por andar y porque, en este mundo globalizado, otros harán lo que nosotros no seamos capaces de hacer». Así, apuntó que la UE se ha marcado el objetivo de que en 2020 el PIB bruto industrial europeo sea del 20% y «nuestra región puede superar ese porcentaje. Asturias es industrial. Una industria abierta donde las empresas agroalimentarias pueden y deben tener más espacio». Para él, «el esfuerzo, la imaginación y el riesgo» de la familia Busto es un ejemplo. Al acto acudieron representantes y empresarios de la Comarca de la Sidra. El alcade de Villaviciosa, José Manuel Felgueres, agradeció «el empleo y la riqueza generadas en el concejo, ser embajador de Asturias y su colaboración con el deporte local».

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