Una niña juega en el parque al que acudían Amets y Sara.

La familia, desolada, vive el duelo en casa sin velatorio

O. S. / M. M. C. / I. G.

Sábado, 29 de noviembre 2014, 00:28

Consternada, abatida y recluida en una habitación de su domicilio. Bárbara García Martínez no tiene consuelo posible para su inmenso dolor. Acompañada únicamente por sus allegados más íntimos, pasa las primeras horas después del brutal crimen en el chalé adosado de Soto del Barco en el que convivía con sus dos hijas y su hermano.

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En la puerta, una cartel reza: «Disculpad, no nos encontramos con ánimos para recibir. Agradecemos vuestras condolencias». La familia ha decidido pasar el duelo de puertas para adentro, sin velatorio. «Es todo tan fuerte que no se puede asimilar, no hay mente humana capaz de recuperarse de un palo tan sumamente gordo. No nos extraña que no quiera recibir a nadie, lo que no sabemos es cómo puede tener fuerzas para seguir viviendo», comentaba una vecina, incapaz de contener las lágrimas. «Anteayer estaban todas tan contentas celebrando el cumpleaños de la pequeña y mira ahora...», añade.

Los restos mortales de las pequeñas llegaron ayer por la tarde al tanatorio de Pravia procedentes del Instituto Anatómico Forense, en Oviedo, donde por la mañana les habían practicado los exámenes que confirmaban que había muerto por los brutales golpes recibidos con una barra de hierro.

Los cadáveres fueron incinerados y está previsto que la familia las despida con un funeral que celebrarán en la intimidad, como han querido pasar el trago más amargo de su vida. Bárbara, su madre, recibe atención psicológica desde que conociese el fatal desenlace de las niñas. Pese a que las últimas semanas estaba nerviosa por el comportamiento de su expareja -el coche de su actual novio había aparecido con las ruedas rajadas- no podía ni imaginarse la gravedad de los planes del hombre con quien había convivido una década.

La Policía Judicial de la comandancia de Gijón de la Guardia Civil se ha hecho cargo de las investigaciones. Todo apunta a que no actuó por un arrebato y que el parricida planeó su macabro plan.

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