Jesús y Clementina González, sobrinos de Rafael y Jesús.

«Valdenoceda era igual que Auschwitz»

Los sobrinos de Rafael González Secades esperan que exhumar de la fosa a su tío sirva para que no se repita una barbarie como la de la guerra civil

Ó. CUERVO

Jueves, 9 de octubre 2014, 00:12

Jesús y Rafael González Secades eran hermanos, ambos naturales de Cuyences (Oviedo). «Dos buenos rapazos, altos, majos y muy demandados por las mozas». Los dos, que no eran soldados de carrera, combatieron en el bando republicano durante la guerra civil «para defender sus ideales». El primero, cuenta su sobrino Jesús González Cabal, cayó en la sangrienta batalla del Ebro. Al segundo, lo apresaron los sublevados, motivo por el que fue conducido a la prisión de Valdenoceda (Burgos). Allí murió en 1940, previsiblemente, víctima de una colitis epidémica provocada por el hambre y el frío soportados. «Era lo más miserable que había, era igual que Auschwitz», lamenta Clementina González Cabal, también sobrina de los dos soldados perecidos con unos 30 años de edad.

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Los familiares de Jesús y Rafael jamás supieron dónde se encontraban los cuerpos. De nada sirvió el empeño de José Manuel -hermano de los finados y padre de Jesús y Clementina, además de servidor en retaguardia a la República y preso político durante tres años-, quien exigió conocer el paradero y estado de sus hermanos. «Pero había que callarse. No se podía hablar de eso», lamentan ambos en referencia a la dictadura.

Pese a todo, de Rafael sí tuvieron noticias, aunque escasas. De él llegaron dos cartas alertando de su cautividad en Valdenoceda, donde explicaba las penurias que atravesaba. También supieron de su muerte cuando un compañero envió a casa su reloj, que llegó camuflado en una caja de cerillas. «Si no hubiese hecho eso, se lo hubiesen quedado».

Jamás supieron con exactitud qué fue de Rafael. «Sospechábamos que pudiese estar en una fosa de la prisión, pero eso es todo». Hasta ayer, momento en que la Agrupación de Represaliados en Valdenoceda -los González Secades jamás iniciaron trámite alguno para buscar y exhumar los cuerpos de sus familiares- se puso en contacto con Jesús para avisarle de que unos restos recién hallados en la zona podrían pertenecer a su tío. Le pidieron una muestra de saliba para comprobarlo, a lo que Jesús accedió sin problemas. Al parecer, la asociación prepara una placa con los nombres de todos los que murieron en Valdenoceda, que estuvo abierta entre 1938 y 1943, donde fallecieron, al menos, 154 presos republicanos. «Esperamos que esto sirva para que aquella barbarie no vuelva a repetirse, para que se sepa lo que allí sucedió». 74 largos años después, los González Secades al fin saben dónde está Rafael.

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