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El padre Ángel, encargado de pronunciar el discurso en nombre de los premiados.
«Asturias no es sólo brotes verdes, tiene unas raíces solidarias»

«Asturias no es sólo brotes verdes, tiene unas raíces solidarias»

Padre Ángel. Presidente de Mensajeros de la Paz, Medalla del Oro del Principado

A. VILLACORTA / M. MENÉNDEZ

Sábado, 6 de septiembre 2014, 00:30

El padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, de la Asociación Cruz de los Ángeles y de la Asociación Edad Dorada, recibió ayer de manos del presidente del Principado, Javier Fernández, la más alta distinción de la región, la Medalla de Oro. Este sacerdote mierense, natural de La Rebollada, rememoró algunos momentos de su azarosa vida de apoyo a los más necesitados, pero no dejó de lado los problemas que tuvo que enfrentar y los apoyos que recibió en los momentos difíciles. Tuvo especial cariño al hablar de uno de sus principales valedores, el arzobispo emérito de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, presente en el Auditorio Príncipe Felipe, para quien incluso pidió un aplauso de la concurrencia.

El padre Ángel habló en representación de todos los galardonados, en cuyo nombre dio las gracias por las distinciones, pero también quiso resaltar el carácter asturiano y el apoyo que recibió en su labor dentro de su propia región. Aseguró que «Asturias no es sólo brotes verdes, tiene unas raíces solidarias» y es que aseguró que «los asturianos no somos un 'loby', somos solidarios».

Resaltó las bondades del Principado, «el paraíso», y tantas son esas bondades que «hasta nuestro Rey se enamoró de una asturiana». «Nunca creí que un guaje de La Rebollada como yo iba a llegar a conocer a una princesa, hoy Reina de España, y menos que iba a recibir un premio de sus manos como el que recibí de la ONCE, o el que recibí también aquí. Como tampoco pensé que recibiría algún día esta Medalla de Oro de manos del presidente de Asturias, también de mi pueblo. Qué cosa más bonita, gracias».

También habló el padre Ángel García de la Iglesia y resaltó el trabajo del cardenal Tarancón, «que lideró con acierto la Iglesia en el siglo XX en Madrid, como ahora otro arzobispo también de Oviedo, Carlos Osoro, en el siglo XXI». Pero reconoció que «algunos nos acusaron de ser un verso roto dentro de la Iglesia. Nosotros les decíamos que ellos tenían el voto de disciplina, pero nosotros teníamos algo más que ese voto y hacemos caso a la voz de un Papa que dice 'No más guerra'».

La entrega de las Medallas de Asturias 2014 son el pistoletazo de salida a los festejos del Día de Asturias, que se conmemora el 8 de septiembre, Día de la Santina. Para ella, para «la madre común de todos nosotros», también tuvo palabras el padre Ángel y le pidió que «no nos olvides y que nos acojas en un pliegue especial de tu manto y que si puedes, que seguro que lo haces, muevas el corazón y la voluntad de aquellos que tienen el poder y la obligación de cambiar las cosas, de protegerles, de evitar el sufrimiento de los más vulnerables».

El mundo que rodea la vida del padre Ángel García tiene momentos para la tristeza, pero también para la alegría. No quiso dejar pasar la ocasión para resaltar el «ejemplo» del Papa Francisco, «un hombre que siente en el alma a la gente que sufre, ese Papa que dijo en Lampedusa: '¡Es una vergüenza!'. Yo estuve allí, pude tocar los cuerpos húmedos de más de cien cadáveres en cuyas cajas, algunos niños, no había nombres, sólo números...».

Un sueño

Pero también habló de Gaza, de Irak, de Palestina, de Haití, de El Salvador, todos lugares donde Mensajeros de la Paz aún desarrolla una importante labor humanitaria, lo que le llevó a rememorar cuando «hace 52 años tuve un sueño, junto a otros compañeros. Soñamos con Mensajeros de la Paz. Empezamos aquí, en el hospicio de Gil de Jaz, esos niños con el pelo cortado al cero, los mandilones azules. Soñábamos con una casa para ellos y ahora estamos en más de 40 países, atendiendo a más de 45.000 niños y 8.000 personas mayores. Y todo es gracias a la solidaridad».

Y esa realidad le llevó a recibir ayer la Medalla de Oro de Asturias rodeado de aquellos que mayor empeño pusieron y ponen en apoyar su encomiable trabajo, desde el ya mencionado obispo Gabino Díaz Merchán y los actuales Jesús Sanz y Juan Antonio Menéndez, hasta el jurista Aurelio Menéndez. Pero también estuvo con el padre Ángel un niño de siete años, Josué, que trajo de El Salvador con sólo dos años afectado por graves quemaduras. Él, Josué, «la última bendición y regalo que Dios me ha dado, al que le doy un beso al salir y entrar en casa, un niño que me llama papá y que hasta fue con su mami a comprarme este traje, esta corbata, para que yo no desentonara en esta importante celebración». Y Josué estuvo ayer presente en el acto y en el escenario y en las fotos del padre Ángel.

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