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Óscar Cuervo
Jueves, 22 de mayo 2014, 19:27
Apenas 30 minutos. Ese es el tiempo que tardaron las dos grúas del Grupo Roxu en retirar del agua los restos del pesquero 'Santa Ana', el buque de 34 metros de eslora que embarrancó contra la isla de Erbosa, frente al cabo Peñas, el pasado 10 de marzo, accidente en el que perdieron la vida 8 de los 9 tripulantes que viajaban a bordo, entre los que figuraba el marinero ovetense en prácticas Marcos del Agua, de 28 años de edad.
Pese a la rapidez con la que se izó el pecio, los trabajos que ayer se realizaron en el muelle norte de la ampliación del puerto de El Musel no estuvieron exentos de dificultades. En un principio, estaba previsto que los restos del 'Santa Ana' tocasen tierra poco después del mediodía, pero el viento, primero, y diversas complicaciones sufridas en los globos que daban flotación al pesquero, después, obligaron a retrasar dichas tareas hasta las cinco de la tarde.
Fue en ese momento cuando las grúas tiraron por primera vez del 'Santa Ana', un intento que resultó infructuoso ya que el cabo que rodeaba la proa del barco cedió ante la fuerza ejercida por los cabrestantes del Grupo Roxu. Tras varias comprobaciones realizadas desde la lancha auxiliar del buque-taller Latero, se daba de nuevo permiso para proceder a la elevación del pecio.
Poco a poco, para permitir que el agua alojada en el interior del 'Santa Ana' retornase a la mar, iba emergiendo del fondo una imagen desoladora. Bajo la cubierta, totalmente arrasada -no conserva ni tan siquiera el puente de mando-, se podía intuir el salón comedor donde apareció el cuerpo sin vida del indonesio Suherman Hasan. A él se accedía tras bajar unas escaleras desde una puerta situada en la cubierta superior de estribor.
Bajo la atenta mirada de José Balayo, armador del 'Santa Ana', las tareas de izado se alargaron durante aproximadamente media hora, tiempo que sirvió para comprobar que el amasijo de hierros que permanecía suspendido en el aire era poco más que la tenebrosa sombra de un moderno barco pesquero arrastrero. La caída de tablones, bloques de madera y cajas de pescado fue constante durante las maniobras de elevación del 'Santa Ana', que tuvieron lugar ayer en el muelle norte de El Musel.
Y es que prácticamente, debido a la fuerza del mar y los trabajos de rescate llevados a cabo por el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil y la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar) durante una semana en el pecio, el 'Santa Ana' lucía en tierra como si alguien lo hubiese serrado de proa a popa. Perdió buena parte de su casco, en especial, el ubicado a la zona de babor, motivo por el que era visible la sala de máquinas. En ese mismo lado, el vivero de popa, que junto a su gemelo de estribor marcaba la boca por donde se soltaban las redes, había desaparecido. Como si algo o alguien lo hubiese arrancado de cuajo.
Cuatro días después de su llegada a El Musel, arrastrado por el buque-taller 'Latero', el futuro del 'Santa Ana' pasa por el desguace. Queda por resolver, eso sí, el paradero de parte de los restos mortales del marinero gallego Manuel Tajes, aún desaparecidos.
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