O. VILLA
OVIEDO/GIJÓN.
Martes, 18 de mayo 2021, 01:37
Llegó el momento. Unos 17.000 estudiantes universitarios afrontan desde ayer las pruebas finales, en su primera convocatoria, del primer curso que ha estado íntegramente condicionado por la pandemia de covid. Y, aunque comenzó con clases presenciales, la subida de las cifras de ... contagios llevó a que en noviembre se optase por la enseñanza telemática. Por eso, ayer las aulas mostraban un sentimiento ambivalente. Cierto es que los exámenes, tradicionalmente, han despertado emociones negativas en los estudiantes, al menos hasta conocer su resultado, pero ayer «había más alegría que nervios», relata el decano de Derecho, Javier Fernández Teruelo.
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«En la facultad veías muchas risas y muchos reencuentros en persona de amigos que no se han podido ver durante meses más que a través de las pantallas», añade el decano. Por supuesto, todo cumpliendo todas las normas de seguridad: entrada y salida muy ordenada para evitar aglomeraciones, mascarilla -preferentemente FPP2- en todo momento, distancia interpersonal de 1,5 metros, que en cada facultad se ha marcado a su modo y ventilación cruzada, «mucho más fácil de llevar ahora que en los exámenes del otoño pasado, en los que pasamos bastante frío».
La gran mayoría de los exámenes, orales o por escrito, se celebran de forma presencial (en torno al 85% en las facultades de Oviedo, «cerca del 90%» en las de Gijón, como anotó el director de la EPI, Juan Carlos Campo). Además, «con Bolonia tenemos mucha evaluación continua».
La preocupación de los equipos docentes, con todo, está más en la adaptación de los «alumnos de primer curso, que vienen de bachillerato y se tienen que ahormar a las formas de trabajo y de funcionamiento de la Universidad en una situación que es excepcional. Estamos preocupados por el balance final, a la espera de ver los resultados de la evaluación, en particular, en primer curso de grado, donde los resultados pueden ser un poco peores debido a que las dificultades adaptación en condiciones normales se han visto muy acentuadas este año», indica Campo, que percibe que siempre «hay un grupo de alumnos brillantes que se adaptan fácilmente a cualquier circunstancia, pero todos nos preocupan».
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Respecto al próximo curso, tanto Campo como Teruelo confían en que la prevista presencialidad no se tuerza. En cualquier caso, abogan por tratar de mantenerla aunque sea de forma escalada en particular en el primer curso, para poder mantener una atención más directa sobre los nuevos universitarios y su adaptación: «El ámbito presencial ayuda a la autodisciplina», afirma Campo, que en todo caso destaca el «comportamiento exquisito del alumnado durante toda la pandemia», pese a que «los que más sufren con esta situación son los alumnos».
«Hoy había una gran ilusión por volver a verse, mucha alegría», insiste por su parte Teruelo, que admite que «la verdad es que todos lo necesitábamos, alumnos y profesores, porque la falta de contacto personal se nota».
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No todo ha sido negativo con la formación y el trabajo universitario a distancia: «Es un buen instrumento que permite evitar desplazamientos. En mi caso, durante este curso he dado 23 conferencias en Latinoamérica, algo que presencialmente sería casi inabarcable en el mismo periodo», explica el decano de Derecho.
Pero admite que «falta, sin embargo, una parte muy importante de la comunicación. Cuando estás dando clase presencial, percibes perfectamente si un alumno te ha entendido o se ha perdido en la explicación, y es también mucho más difícil que los alumnos 'se escondan'. De hecho, muchos profesores, ahora, piden que los alumnos mantengan la cámara encendida para mantener ese contacto visual», aunque no sea de una forma tan eficiente como en las clases presenciales.
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Y ¿se está levantando la mano en esta tanda de exámenes, dadas las dificultades de un curso tan mediatizado como este por la covid? «No», responden tanto Campo como Teruelo, si bien este precisa que «un profesor sabe bien cuándo sus clases han sido mejores y cuándo peores, y hasta qué punto puede exigir. En esta situación, aunque no fuera culpa de ellos, ha habido profesores que han pedido disculpas a los alumnos por las condiciones en las que han tenido que dar las clases».
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