María Ángeles en el Quai Saint-Antoine. E. C.
Asturianos en la diáspora

«Vivo en armonía con mis dos países»

La avilesina María Ángeles Ovies lleva más de medio siglo en Francia, donde ejerció de profesora de bachillerato y universidad

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Domingo, 30 de enero 2022, 01:49

Casi una vida entera lleva afincada en Francia la avilesina María Ángeles Ovies Iglesias, mujer activa y polifacética que se formó en el Carreño Miranda, trabajó en la Cámara de Comercio, hizo radio y escribió para estas mismas páginas siendo muy joven. Pero en 1970, ... un noviazgo de seis años mediante con un estudiante francés, hubo boda y mudanza a Lyon. Y si antes de irse no paraba, allí tampoco. Se licenció en Lengua y Literatura de la civilización española del mundo mediterráneo y ejerció de profesora de Lengua y Literatura de Español en bachillerato y en la universidad hasta 2012. Pero es que también dirigió programas lingüísticos, intervino en espacios radiofónicos, adaptó obras teatrales y escribió para distintas revistas. Y sigue: publica poesía, novelas históricas, costumbristas y paranormales.

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Son más de 50 años en Francia y muchas satisfacciones las que atesora. «La experiencia profesional fue muy enriquecedora, tanto humana como intelectualmente», relata María Ángeles, que se dice recompensada por el reconocimiento de sus alumnos, que siguen mostrándole su cariño con el paso de los años. Pero allí las cosas no son como en España: «La forma de trabajar en Francia es muy rigurosa, cartesiana y metódica», relata, y explica que el contacto es cercano, pero cada uno en su sitio y nada, por ejemplo, de tutear a los profesores. Eso sí, les falta la creatividad y la imaginación de los españoles que ella tanto aprecia.

Tiene dos hijos, siete nietos y a todos ellos ha transmitido el amor por Asturias y por la lengua española. «Los mayores son bilingües y los pequeños lo entienden perfectamente y tratan de chapurrear el español con la abuela. Esa es mi mayor satisfacción», dice.

Lleva una vida feliz, jubilada, con amigos franceses y también emigrantes españoles y en la que siempre está la añoranza de no poder asistir a encuentros familiares por estar lejos de Avilés. «A pesar de ser totalmente feliz en Francia, a la que considero mi segunda patria, nunca perdí el amor a mi tierrina, Asturias es mi patria querida del corazón. La añoro como se añora a una madre y necesito volver a menudo», dice.

Las fiestas del Bollo, el Carnaval, las funciones del Palacio Valdés y un sinfín de cosas más se inscriben en ese capítulo de lo que se echa en falta. Y eso que no falla en verano, en Todos los Santos y alterna los inviernos y las primaveras para volver a casa. Pero, pese a ejercer de embajadora de su tierra, pese a mitificar el lugar del que salió en 1970, no hay ya plan ninguno de regresar: «Creo que vivo en armonía con mis dos países, pero nunca se sabe lo que nos depara el futuro».

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El presente, en Francia, como en España, es una pandemia que nos está volviendo a todos un poco locos. «Existe una especie de inestabilidad, un tira y afloja entre las conveniencias políticas y sanitarias, que desorienta a la sociedad y provoca movimientos de repulsa en parte de la población.

Prueba de ello son las manifestaciones antivacunas. Se está instalando una atmósfera de recelo entre los vacunados y los que no quieren vacunarse por motivos personales o por ética en aras de la libertad individual, sin pensar en las consecuencias», reflexiona.

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