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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 3 de octubre 2021, 01:07
Adriana Sánchez Morán (Oviedo, 1980) estudió primero Geología en Oviedo y más tarde, Ingeniería Geológica en Mieres. En 2012 decidió irse a Chile para desarrollarse profesionalmente allí. Y lo ha conseguido: «Trabajé en consultoría medioambiental y me especialicé en Hidrogeología con un postgrado a distancia ... en la Politécnica de Cataluña. Después de unos años, di el salto a la gran minería, primero en Codelco y posteriormente en BHP, donde fui superintendente de Geotecnia e Hidrogeología de Minera Escondida, una de las minas de cobre más grandes del mundo, y actualmente ejerzo el rol de 'principal hydrogeologist' de BHP Minerals Américas».
La crisis la hizo emigrar. Y la recomendación de unos colegas geólogos la llevó a Chile. «Siempre me había quedado la espinita de ver mundo, y junto a mi pareja actual, decidimos dar el salto y probar suerte. Lo que iban a ser un par de años se han transformado en nueve», dice esta mujer que vivió en Antofagasta y ahora reside en Santiago.
Aunque piensa en volver, la vida allí ha sido fácil y amable. «La sociedad chilena es bastante similar a la española, en el sentido de que nos gusta disfrutar de los amigos y la vida social, y a la vez tenemos largas jornadas laborales», anota. Se trabaja duro, pero en su gremio hay un sinfín de oportunidades. «Hay exposición y contacto con equipos globales y eso incrementa las posibilidades de desarrollo, e incluso de dar el salto a otros países, como EE UU o Australia».
Pero es que, además, el país merece más de una visita: «Tiene una geografía espectacular, dada su longitud, que abarca latitudes muy diferentes», dice. Y se explaya: «Puedes visitar en el norte el desierto más árido del mundo, en el peculiar pueblo de San Pedro de Atacama; pisar los glaciares del sur del país, recorriendo las rutas de Torres del Paine, unos de los parques nacionales más bonitos del mundo; hacer trekking sobre volcanes como el Villarrica o el Osorno; bañarte en termas naturales; navegar bajo cavernas marinas, como en la reserva natural de las Catedrales de Mármol; perderte en moto o autocaravana en la ruta de la carretera austral... Tiene un potencial turístico tremendo».
En el plano personal, la experiencia merece la pena. «Vivir en el extranjero endurece y enriquece. Haces amistad y creas lazos con personas con las que probablemente no tendrías relación si no hubieras salido de tu zona de confort, lo cual te permite ver y entender otros puntos de vista, discutir argumentando, hacer planes diferentes, y crear una familia que te entiende y te apoya sin haberse criado contigo», revela.
Ha sido duro para ella pasar la pandemia lejos, aunque en realidad el virus también le ha permitido estar cerca. «A nosotros nos coincidió con el embarazo y la llegada de nuestro primer hijo, un 'pandemial', y nos ha permitido disfrutar del proceso de una forma distinta, reposada, e incluso nos ha dado la oportunidad estar en casa y en España teletrabajando, por lo que tratamos de buscarle la parte positiva a todo esto».
Ya hacen planes de vuelta a casa. ¿Por qué? «España es un lujo de país, y Asturias una tierrina de escándalo, y a veces no aprecias lo que tienes hasta que lo pierdes».
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