Andrés ante el Globo de la Ciencia y la Innovación, un centro de exposiciones del CERN. E. C.

«Aquí el trabajo es flexible y tranquilo»

Andrés García trabaja en Suiza, en el CERN, desde septiembre de 2020 pero vive en Francia, a 8 minutos de la oficina

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Domingo, 30 de octubre 2022, 01:45

Trabaja en su Suiza y vive en Francia. Andrés García (Gijón, 1998) estudió Ingeniería Informática en Gijon y en su último año empezó a mirar posibilidades de trabajo. En la escuela de vez en cuando aparecían anuncios que conducían a la Organización Europea para la ... Investigación Nuclear (CERN), con sede en Suiza, le llamó la atención y cuando vio que había unos puestos para recién graduados se presentó a la oferta. Eran contratos no de becarios, pero sí una manera de iniciarse, de comenzar. «Era un puesto de desarrolador de software, me pareció interesante, así que decidí probar». No lo veía fácil, pero el currículo dio paso a la entrevista y al final se fue para allá. «Empecé en septiembre de 2020, que no era la mejor temporada para empezar en ningun sitio», relata y explica que de la presencialidad inicial se pasó al teletrabajo dos meses después. La pandemia se ha ido relajando y él se ha hecho al trabajo y a esa vida que lleva en la frontera, porque aunque el CERN está en las proximidades de Ginebra, en realidad está más cerca de Francia y él vive en Saint-Genis-Puilly, a ocho minutos en coche de la oficina. Feliz y contento porque al final todo está muy cerca y la vida en Francia es algo más barata que en Suiza. «Ginebra es muy cara, es la segunda ciudad del mundo con mayor nivel de vida, solo por detrás de Zúrich», relata. Y añade: «Lo que más llama la atención es que todo está lleno de tiendas de lujo, coches de lujo, pero también hay mucha gente joven, mundillo alternativo, un montón de sitios para ir de fiesta», resume.

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Al otro lado de la frontera, su pueblo francés es pura multiculturalidad. «Hay un montón de gente que viene de fuera, que no solo trabaja en el CERN, hay muchas otras organizaciones», relata. El buzón de su edificio evidencia esa internacionalidad, y también sus amistades. «Mis amigos son de sitios variados, yo creo que franceses o suizos no tengo ninguno», concluye.

En lo profesional, trabajar en Suiza es una maravilla: «Tiene bastante importancia la conciliación de vida laboral y personal, no hay costumbre de hacer horas extras, ni horarios malos de salir muy tarde o llevarse en trabajo a casa, hay bastantes vacaciones, más que en España, opciones de trabajar al 80% por ejemplo, un día menos a la semana... Al menos en mi entorno, en mi equipo, el trabajo es relativamente flexible y tranquilo, no hay presión, competitividad, y es de las cosas más agradezco, que el ambiente de trabajo sea tan bueno».

Echa en falta el ambiente de España, más animado siempre, ha convertido a Asturias en su paraíso de descanso y vacaciones, pero no lo que no añora tanto es la comida. La razón: «Mis padres siempre se empeñan en mandarme cosas y no les voy a decir que no». Así que la fabada, la tortilla y los ibéricos no faltan en su dieta.

El contrato que ahora empieza puede prolongarse durante tres años y su intención es seguir allí: «Estoy contento, después habrá que ver».

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