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ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 31 de octubre 2021, 01:12
Cuando Sergio López Sancio (Gijón, 1991) eligió estudiar letras en Bachiller, no podría haberse imaginado que acabaría por volver a las matemáticas. Aquella decisión adolescente lo llevó a continuar su camino en la Universidad de Oviedo, donde estudió Filología Inglesa y aprendió «una lingüística muy ... teórica». Con ese título universitario en la mano, continuó su formación en el País Vasco, donde hizo un máster de Lingüística y, posteriormente, un doctorado de Psicolingüística. Pero, una vez lo acabó, tuvo claro que «no quería seguir en el mundo académico», cuenta.
Su destino quedó entonces en manos del azar y, un día, «de casualidad», encontró una oferta para trabajar en Amazon. «Creí que la oportunidad de ganar experiencia en una empresa como esta podía ser muy beneficiosa, así que me presenté», explica. Y, tras un largo proceso de selección, lo contrataron, con la intención de que se incorporara a sus oficinas en Turín en abril de 2020. Aquello resultó imposible, culpa de la pandemia, así que Sergio empezó su aventura teletrabajando, desde Gijón. «No pude venir hasta enero de 2021», apunta, ya desde Italia.
En esta multinacional, López forma parte del equipo encargado de la lingüística computacional en español de Alexa, el asistente de voz de Amazon. «Todo se diseña en inglés y nosotros tenemos que asegurarnos de que funcione de manera correcta también en español», aclara. «En definitiva, somos los responsables de que Alexa entienda lo que quieres que haga», zanja.
Para llevar a cabo este trabajo, el filólogo tiene que combinar sus conocimientos de letras puros con otros de ciencias. «En el máster, ya empecé a desarrollar destrezas y a adquirir habilidades que, después de estudiar Filología, tenía olvidadas, como la programación y la estadística», relata. Tampoco le costó demasiado adaptarse porque, según confiesa, «los números siempre me gustaron». Además, él celebra que «las tecnologías y, especialmente, los asistentes de voz hayan abierto la puerta a la gente de humanidades». Tras las máquinas, hacen falta personas. «La inteligencia artificial se puede hacer de manera automática, pero la tecnología necesita lingüistas que digan que todo está en orden», apunta convencido.
Esta experiencia a Sergio le está encantando porque, además, «los italianos se parecen mucho a los asturianos». Lo dice porque, «cualquier día, las terrazas están llenas» y los fines de semana «la gente vive en la calle». Pese a las semejanzas, que son muchas, su futuro «a medio plazo» está de vuelta en Asturias, y eso que prefiere improvisar y no pensar demasiado. «Mi objetivo sería volver. Allí están mi marido, mi familia y mis amigos», enumera. Su destino está, otra vez, en manos del azar. Habrá que esperar, nunca se sabe lo que pasará. «¿Quién me iba a decir a mí que iba a acabar aquí?», se ríe.
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