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Elena del Valle Martínez (Pola de Siero, 1998) nunca tuvo miedo a los cambios. Por eso, cuando cumplió los dieciocho años, hizo las maletas y se fue a a Suiza a probar suerte como 'au pair' tal y como hacen tantos y tantos jóvenes españoles. « ... Estuve un año entero allí, volví a Asturias a pasar el verano y, en ese momento, me ofrecieron regresar para trabajar con otra familia», recuerda. No desaprovechó la oportunidad y se instaló de nuevo en un país que -entonces no lo sabía-, pero estaba a punto de convertirse en su hogar. «Ahora estoy trabajando en Ginebra como responsable en un bar de vinos suizos, pero el 22 de diciembre acabo y voy a un nuevo puesto porque aquí hay mucho trabajo. Voy a empezar a ejercer como secretaria médica porque estuve haciendo una formación para poder dedicarme a ello».
Un cambio más en una vida de constante ir y venir porque, aunque Elena trabaja en Suiza, vive en la localidad francesa de Annemasse y todos los días cruza la frontera en coche. «Es una cosa que hace mucha gente en esta zona», confiesa riéndose. «No tardamos nada en ir de un país a otro. Yo, por ejemplo, vivo al lado de la autopista y, en cinco minutos, ya estoy en la aduana», explica. «Después tardo otros quince minutos hasta el trabajo», prosigue.
Lo hace así porque el nivel de vida de Suiza es más alto que el galo. «Así tienes el sueldo suizo, pero pagas los precios franceses», cuenta. Eso sí: no a todo el mundo le parece bien esta práctica que está tan extendida. «A veces, cuando estás buscando trabajo, te dan la patada y dan prioridad a los suizos que viven y comen allí».
Diferentes opiniones para un país alpino en el que hace un frío «de la leche», según cuenta esta polesa. Y es verdad porque, ahora mismo, allí tienen máximas de 6 grados y mínimas de -2. «En invierno no te apetece ni siquiera salir de casa», reconoce Elena, acostumbrada a un clima muchísimo más suave. Y, con tanta nieve, todo el ocio invernal gira en torno a ella. «Tenemos al lado las estaciones de esquí y hay muchos planes de Navidad, con paseos en los que puedes beber vino caliente y patinar en pistas de hielo».
Pero esos planes no consiguen deshacerse de una temperatura heladora que, por suerte, desaparece cuando el verano y el sol empiezan a hacer acto de presencia. «La época estival está muy bien porque hay muchas cosas para hacer, tenemos un lago cerca y todos los fines de semana hay festivales que son parecidos a las fiestas de prao que celebramos en Asturias constantemente», se ríe.
Es una manera de sentir algo más cerca el Carmín de la Pola, en una nación en la que está rodeada de «comodidades», según reconoce. «Aquí la vida va muy bien, la sanidad está genial. No hay ambulatorios porque la sanidad no es pública, pero tienes una muy buena atención», explica. Lo mismo ocurre con el sistema educativo, al que su pequeña de tres años se acaba de incorporar. «Mi hija acaba de empezar al colegio y es muy curioso que aquí no tienen nunca clase los miércoles», explica.
Eso sí: para ayudar a conciliar a las familias en esas semanas de cuatro jornadas, «hay un centro público donde puedes llevar a los niños ese día». Además, las empresas suelen estar concienciadas con esta situación y echan una mano, especialmente, a las madres. «Solemos tener derecho a descansar también los miércoles, pero esto no ocurre siempre», cuenta. «Es habitual que te lo permitan cuando llevas mucho tiempo en el mismo trabajo. Las compañías lo suelen entender y así las familias se pueden arreglar más o menos con sus hijos».
Con esa situación alrededor, su hija ya va familiarizándose con el francés como le ocurrió a Elena, cuando empezó su andadura en Suiza. «Me llevo bastante bien con el idioma porque, en mi primer año aquí como 'au pair', me pagaron un curso de seis meses. Suele hacerse así por contrato», explica.
De esa manera, cuando llevaba unos tres meses viviendo por esos lares, cuenta: «Ya empecé a entender las conversaciones que escuchaba en los trenes». Y, desde entonces, no se bajó de un tren en el que está muy bien acompañada porque, además de la niña, allí está rodeada de otros asturianos que como ella encontraron un hogar en las gélidas montañas suizas.
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