«Quedarme en Asturias sería la opción fácil», dice, con valentía en la voz, Isabel Álvarez Rodríguez (Gijón, 1995). Pero a ella no le gustan los atajos, así que en septiembre puso rumbo a París para hacer, durante seis meses, un voluntariado europeo. «Vine, a través del Conseyu de la Mocedá, para formar parte de un proyecto que organizaba la asociación Planet Citizens», explica. Con esas, le tocaba enseñar inglés, a través del deporte, a niños de Saint-Denis, el barrio más pobre de Francia. «Les enseñamos de una forma lúdica para que relacionen el aprendizaje con algo divertido y para que se vean reflejados en los voluntarios».
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Y al principio las cosas no fueron fáciles, porque Isabel asegura que, a su llegada al barrio, vivió «un choque cultural importante», que se le fue pasando a medida que se acercaba al día a día de sus vecinos. «A veces parece que estás en otro continente, pero al final afectan más los prejuicios que la realidad», cuenta. «Es verdad que todo son inmigrantes, que hay droga y muchísima Policía, pero ni mis amigos ni yo tuvimos nunca ningún problema», promete. «Los únicos incidentes que sufrimos fueron en París y no dentro del barrio», añade.
Pese a su buena experiencia, esta gijonesa reconoce que es una zona «muy sucia y con muchas ratas», pero le resta importancia porque «que haya ratas en París es lo normal. Está lleno», se ríe.
Estos incómodos roedores conviven, eso sí, con el lujo, porque, en la capital francesa, cualquier cosa es carísima. «Todo cuesta mucho dinero, pero está guay porque es una ciudad muy divertida en la que siempre hay algo que hacer y, si no lo hay, se lo inventan», bromea. «Que si celebrar el Año Nuevo Chino, que si la Semana Blanca, azul o negra. Les da igual», continúa. «Además, tenemos muchos museos y eso está genial».
Y ahora que Isabel ya terminó su voluntariado está buscando trabajo en París, porque, aunque considera que «Asturias es lo más guapo del mundo», ella tiene claro que debe aprovechar la juventud para conocer y enriquecerse con otras culturas. «El cuerpo ahora mismo me pide estar fuera. Mi plan de crecimiento personal pasa por seguir viviendo en Francia una temporada».
Así que, de momento, se plantea trabajar como barbera, una profesión que lleva en la sangre. «Mi familia tiene dos barberías en Gijón, Acebal, con lo cual intentaré seguir con el oficio en París», cuenta. Y, si esa opción no sale adelante, Isabel tiene un plan B: ser profesora de español, porque «hay muchísima demanda». Ella, además, está graduada en Magisterio de Educación Primaria con especialidad en Educación Física, así que de docencia también sabe y no tendría problema para enseñar nuestro idioma por esos lares. Está claro que a Isabel le queda una temporada de llenar la mochila de experiencias. «Hasta volver a Asturias, donde está todo lo que quiero».
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