Secciones
Servicios
Destacamos
ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 12 de noviembre 2023, 01:35
Dice Abel Serdio (Avilés, 1994) que, para él, vivir del balonmano es su «gran alegría, un sueño hecho realidad». Este deportista empezó su carrera de niño en Asturias y sabe muy bien lo que cuesta ganarse el sueldo en un deporte que, en España, practican ... menos de 100.000 personas. Además, son muy pocos los que pueden dedicarse únicamente a entrenar porque la mayoría de jugadores «estudian o trabajan a la vez» y eso hace que este avilesino se sienta un auténtico privilegiado. No todos tienen la suerte -y el talento- que él tuvo para despuntar pronto, convertirse en profesional y continuar su andadura en las canchas del Recoletas Atlético Valladolid y en las del FC Barcelona.
En ellas, creció y maduró como jugador, pero hace tres años, su vida cambió nuevamente de rumbo y se instaló en Polonia para jugar en el Orlen Wisla Plock, un club que le permitió alcanzar otra meta que tenía entre ceja y ceja desde hacía unos cuantos años: jugar lejos de España. «Siempre me había apetecido irme fuera. Esta oportunidad me llegó cuando estaba en el Barcelona y, al no contar con los minutos que yo creía que eran buenos para mí, me cambié de país», explica orgulloso.
Se marchó y la aventura le está encantando, tanto que ya tiene confirmados los próximos tres años en un equipo con el que ya ganó «un par de títulos, jugó la Champions y también una 'final four'».
Hitos que recordará siempre, al igual que no se olvidará nunca de su llegada a Polonia, un país muy distinto al nuestro, en el que se dio de bruces con una realidad completamente opuesta. «Tuve un choque cultural muy grande al venir por la forma de vida que tienen aquí», cuenta.
«En esta zona hace muchísimo frío durante unos cuantos meses del año, entonces la gente hace la vida en las casas, no tienen ese ocio callejero al que estamos acostumbrados en España», lanza y piensa que «incluso en Asturias, salimos mucho, a pesar de todo lo que llueve».
Eso sí: nuestro orbayu se frena fácilmente con un paraguas, pero su frío no da tregua alguna, por muchas capas que uno se eche encima antes de salir a dar una vuelta. «Ahora estamos todavía a 9 grados, pero, cuando empiece diciembre, en tres semanas, se pondrá a nevar y tendremos 0 grados», explica. «El problema es que estamos en una llanura y hace muchísimo viento, por lo que la sensación térmica el año pasado rondaba los 8 bajo cero».
Con ese frío helador, más vale estar a resguardo con la calefacción cerca y ponerse, por ejemplo, a estudiar polaco, un idioma que es «dificilísimo», según cuenta Abel, y que requiere de muchísimas horas de clases. «Nosotros en el equipo hablamos en inglés porque, en polaco, solo sé decir cuatro frases para ir a comprar algo, para apañarme», explica. Y no es el único con dificultades para interiorizarlo: «Mi pareja trabaja con españoles que llevan muchos años viviendo aquí y tampoco son capaces de aprenderlo, es complicadísimo», asegura después de tres años viviéndolo de cerca.
Pero no todo son problemas por Polonia porque, por allí, «el nivel de vida subió mucho» en los últimos años. De hecho, según cuenta este avilesino, «poco a poco mejoró considerablemente este país». Es cierto que, hace tiempo, «se consideraba una nación casi de segunda frente a otras y, ahora, por lo que he leído, está ya casi a la par que España en nivel de vida».
Y, evidentemente, a ellos la guerra en Ucrania también les afecta porque «subieron mucho los precios como en todas partes», pero la cercanía con la contienda no les provocó ningún problema más severo. «Nunca les he visto tener miedo de que la guerra pudiera pasar a Polonia, pero sí que es verdad que cada vez hay más refugiados ucranianos que vienen a vivir aquí y que reciben ayudas».
Con ese panorama, Abel continúa su carrera feliz y se siente un «privilegiado» porque todos los años puede volver a casa y disfrutar de la familia y los amigos en su Avilés natal. «En Navidad suelo ir a Asturias tres semanas y en verano también aprovecho para ir de vacaciones». Aquí se olvida por un tiempo del frío extremo y puede lanzarse, otra vez, a disfrutar de esa vida callejera que por allí nadie se puede imaginar. Faltan menos de dos meses para que regrese y disfrute de todo lo que por allí le falta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.