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ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 15 de agosto 2021, 01:49
A cualquier gijonés se le hace raro no amanecer hoy con el recuerdo recién guardado de otra noche de los fuegos. La mayoría podría hacer un resumen de su vida, rememorando solo desde dónde miró al cielo cada 15 de agosto. Esta nostalgia que se palpa estos días en las calles de Gijón se extiende por muchos lugares, por todos aquellos por donde hay gijoneses en la diáspora que hoy también viven un día raro. Es el caso de Rocío Fuentes-Ortea quien, aunque lleva quince años afincada en Londres, está pasando unas semanas de descanso en nuestra ciudad porque «no me podía perder la Semanona».
Ella no dudó cuando le tocó elegir sus vacaciones, para no faltar a citas imprescindibles. «Tenía claro que debía venir en estas fechas para visitarlo todo y para ir a la Feria de Muestras», señala. Clásicos de nuestros estíos, que se convierten en fundamentales para ella, como ir a darse un baño y a tomar el sol al Club de Regatas. «Lo llevo haciendo toda la vida», apunta.
Aunque este año, con el mal tiempo, Rocío está aprovechando Gijón para escribir su segunda novela, y eso que la primera acaba de salir a la calle. «Voy con el portátil a todas partes», se ríe, antes de avanzar de qué trata 'Inconscientia', su primera obra. «En esta historia se alternan el mundo consciente y el inconsciente. La protagoniza una joven que se lleva fenomenal con su abuela, una mujer con principio de Alzhéimer, una enfermedad que deja a la chica descolocada», explica.
Este argumento le nació a esta recién convertida en escritora hace ya veintidós años, a los dieciocho. «A medida que fallecían miembros de mi familia, me crecía esa inquietud de saber hacia dónde iba la gente que fallecía», explica. Poco a poco, le fue dando forma a la idea hasta verla en las librerías, donde ahora se puede encargar y adentrarse en su mundo, en Sariutsa, Asturias del revés. «Hay muchos guiños al Principado, su recuerdo no podía faltar».
Y eso que después de quince años en Londres, está encantada allí y asegura que es una ciudad «fantástica para vivir», pero reconoce que «después de tanto tiempo, me apetece volver, ya he tenido suficiente». No puede hacerlo por culpa de una historia vieja conocida: faltan oportunidades para poder retornar. «Si pudiera venir y dedicarme a escribir, lo haría encantada», cuenta. De momento ella se queda en Reino Unido, trabajando en una editorial especializada en material educativo, «un trabajo aburrido», bromea, pero del que puede vivir desde su llegada.
En todo este tiempo alejada de sus orígenes, Rocío ha podido venir muy a menudo, «unas cinco veces al año», pero desde que llegó la pandemia y quitaron los vuelos directos, la situación se complicó, muy a su pesar porque «a la tierrina hay que regresar siempre». Lo dice y aún no se ha marchado. Está apurando los últimos coletazos de esta Semanona.
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