ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 21 de enero 2024, 01:05
«A mí me gusta hacer buen ruido y aquí me lo permiten», confiesa entre risas Gabriel Ordás (Oviedo, 1999). Este músico lleva viviendo desde septiembre en Nueva York, donde está haciendo realidad su sueño de estudiar un posgrado de Composición en la Manhattan School ... of Music. «Estoy cursando un máster de dos años, dedicado a la composición de música de conciertos», explica este joven, feliz por todo lo que está viviendo. «Estar aquí es una suerte y una experiencia única, que no es comparable con nada de lo que había vivido hasta ahora, es muy diferente», asegura.
Publicidad
Tiene motivos para creerlo y para estar tan orgulloso porque entrar a esa escuela no es nada fácil y, de hecho, muchos no lo consiguen. «Tuve que pasar varias pruebas, algunas ante jurado», cuenta. «Los alumnos tenemos que superar diferentes fases, que incluyen preguntas teóricas, ejercicios de armonía y conocimientos técnicos, entre otras cosas», enumera. Y, una vez desmuestras tu valía y conquistas a los profesores, toca empezar a estudiar, aunque en Estados Unidos la enseñanza es muy diferente a la española. «Se enfocan mucho en la parte práctica del proceso compositivo. En este semestre, tuve siete asignaturas y lo más importante para ellos es que nos centremos en la composición», prosigue.
Y, además, allí puede compartir todos sus conocimientos con alumnos de casi cualquier rincón del mundo. «De Estados Unidos solo son la mitad de los estudiantes. El resto son de otros muchos países como India, Venezuela, Canadá y China», asegura, convencido de que tantas nacionalidades hacen que la escuela sea «muy enriquecedora a nivel cultural».
De todo se aprende en una ciudad que impone como ninguna. «Yo venía preparado porque estuve muchas veces en Madrid, pero en Nueva York caminan todavía más rápido», bromea. Se ve que la prisa es inherente a las grandes ciudades y a este ovetense le toca ir acostumbrándose. «Poco a poco me voy haciendo a ello y estoy a gusto, en la zona en la que vivo hay muy buen ambiente». Pero, como suele ocurrir cuando uno se establece en una ciudad, deja de verla con ojos de turista. «Cuando vas a un sitio de visita, no paras ni un segundo y vas de un lado a otro, pues eso me pasó a mí en primera semana aquí», recuerda.
Pero esa emoción inicial poco a poco se fue apaciguando y ahora ya tiene algo más de calma. «En Nueva York siempre hay algo que hacer, así que procuro ir a conciertos, exposiciones o caminar por calles que no conozco, pero ya no tanto como al principio». Igualmente, en todos esos rincones, Gabriel encuentra inspiración para las melodías que le van naciendo. «Para el máster, estoy escribiendo una serie de piezas de cámara para ensembles», cuenta. Y, al mismo tiempo, sigue haciendo gala de su pasión por el séptimo arte. «También estoy haciendo la banda sonora de un cortometraje asturiano. Me gusta compaginar las dos cosas porque me dan aire fresco y me permiten mejorar mi lenguaje musical», reflexiona.
Publicidad
Tiene razón en lo que dice porque hacer música para la gran pantalla es muy diferente a pensarla para un escenario. «Cuando compones para un concierto, normalmente, empiezas de cero. Eres tú con el papel, el ordenador o la tableta», explica. Sin embargo, «cuando te pones con una película, tienes delante un vídeo que ya te va marcando muchas cosas». La libertad no es la misma y, por eso, los fotogramas te obligan «a ir combinando tus ideas con el vídeo y ver cómo resultan», indica. «La música de cine se basa en apelar a las emociones del que está disfrutando de la peli, mientras que en la música de concierto, buscas la emoción de otra manera».
Cada situación tiene su técnica y ambas las tiene muy interiorizadas Gabriel. Es lo que toca, está en la edad de experimentar y de estar «abierto a cualquier posibilidad de futuro», tal y como él mismo reconoce. No sabe todavía dónde se desarrollará el día de mañana, pero tiene claro que «la posibilidad de conocer diferentes enfoques sobre la vida y diferentes culturas te permite ser más objetivo y saber lo que te gusta y lo que no». Con esa idea clara, este ovetense está «abierto a todo, siempre con la intención de conocer y profundizar sobre la vida y sobre la música», esa que lo hizo volar hasta Estados Unidos.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.