La ovetense Laura Blanco en un centro de rescate y rehabilitación de elefantes huérfanos. E. C.

«Nairobi es una ciudad vibrante»

La ovetense Laura Blanco trabaja en la Cruz Roja de Kenia, donde asegura que las cifras de pobreza son «apabullantes»

ANA RANERA

GIJÓN.

Domingo, 18 de diciembre 2022, 01:46

«La situación de África en estos últimos años es muy complicada», asegura, con la pena amotinada en la garganta, Laura Blanco (Oviedo, 1994). Ella llegó a Kenia el pasado mes de septiembre para apoyar al equipo de la Federación Internacional de la Cruz Roja ... y la Media Luna Roja y se dio entonces de bruces con unas cifras de pobreza «apabullantes», según cuenta. «En el África subsahariana hay unos 146 millones de personas en riesgo de inseguridad alimenticia», detalla.

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Y lo peor de todo es que el futuro no parece muy halagüeño. «Estos últimos años van sumándose nuevos problemas como el cambio climático, los efectos económicos del covid y la crisis de Ucrania», enumera y advierte que «2023 va a ser peor aún».

En la zonas rurales, además, las mujeres no tienen nada fáciles las cosas. «Quedan bastante relegadas al plano doméstico y apenas participan en la vida pública», se lamenta Blanco, al tiempo que reconoce que, pese a sus defectos, Nairobi «es una ciudad vibrante». Su fuerza hace que sea un lugar «muy peculiar», en el que «la gente es muy agradable y muy acogedora», asegura. Aunque reconoce que sus calles son «demasiado bulliciosas porque están llenas de gente y hay mucho tráfico y muchísimas motos». El silencio no hace por allí acto de presencia, ya que «hay tiendas improvisadas por todas partes, hechas con cuatro tablones de madera».

Y eso hace que sea una capital «de contrastes», según relata la ovetense. «Se palpan las diferencias. Yo vivo en el barrio donde vive el presidente y esto es una burbuja», promete. «Aquí las calles están limpias y hay aceras (que no en toda la ciudad las hay)», explica. «Además en esta zona los cortes de luz no son tan constantes. Los hay, pero no te enteras porque hay generadores», añade antes de reconocer que hay «barrios mucho más humildes».

Por eso, su labor allí es «apoyar a la movilización de recursos y alianzas», cuenta y lo explica con calma: «La cuestión no es conseguir donaciones individuales, sino hacer relaciones institucionales con gobiernos y con donantes específicos», detalla. «Mi día a día es buscar fondos», resume.

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Aunque a Laura le queda ya muy poco tiempo para abandonar esta labor y estar de vuelta en Asturias, disfrutando de las navidades. Y, una vez acaben las fiestas, piensa rehacer la maleta y marcharse rumbo a Bruselas «para seguir trabajando en alguna organización humanitaria».

Tiene claros sus deseos esta asturiana, graduada en Ciencias Políticas y Derecho, que asegura que los trabajadores de la Cruz Roja «tienen formaciones muy diversas». Por allí hay «desde filósofos hasta ingenieros». Todo vale con tal de hacer un poco mejor la vida a los habitantes de un continente olvidado, que aligera sus cargas, gracias a personas como Laura que comparten sus fuerzas con aquellos a los que ya hace tiempo que les flaquean.

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