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ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 15 de enero 2023, 02:00
Adolfo Bañegil (Oviedo, 1998) tiene espíritu aventurero desde que era solo un niño. Al terminar el instituto, consiguió una beca para ir a estudiar a Estados Unidos y se pasó dos años en Texas, dos en Colorado y luego se fue a trabajar a Washington. ... Esos tres destinos fueron los primeros de una larga lista que no para de crecer, desde que en enero de 2022 -hace justo un año- el ovetense decidió dejar el trabajo e irse a Costa Rica. «Voy con la mochila a lo que surja», se ríe.
Aquel primer viaje lo llevó a conocer también Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México y Cuba. «Luego me fui a Francia a buscar trabajo y estuve allí como instructor deportivo», explica. Después, siguió un par de meses por Europa «en un agencia de viajes» y, en octubre, volvió a picarle el gusanillo de la aventura y puso rumbo a Marruecos, el Sáhara Occidental y Mauritania.
«Yo pretendía ir a Tinduf a los campos de refugiados, pero no me dejaron entrar a Argelia, así que fui por Mauritania», explica. Allí se montó «de estrangis» en el Tren del Hierro y, aunque reconoce que esa es una anécdota «interesante», su peor momento no lo vivió allí, sino en Honduras. «Cuando cruzas desde Nicaragua, ya notas de repente que hay tensión en el ambiente. Ves a la gente armada».
De hecho, nada más llegar a Tegucigalpa, a Adolfo le tocó cambiarse de autobús para ir a San Pedro Sula y, en ese cambio de transporte, «aparecieron unos chicos de las maras, sacaron a una mujer y a una niña de un taxi y se las llevaron», rememora. «Luego esos mismos se montaron en el bus como a controlarlo».
Ni aún así este joven se planteó volverse a la tranquilidad de Oviedo. «De todo el año que llevo viajando, esa ha sido una experiencia puntual, pero nunca me he sentido en peligro ni me han amenazado ni robado», asegura. «Yo me quedo con todo lo que estoy aprendiendo y con la gente tan amable que te abre las puertas de sus casas y que te lo da todo sin pedirte nada a cambio», explica. «Por una experiencia mala que haya tenido, no me planteo dejar de viajar», añade convencido.
Su país favorito, de momento, lo tiene claro y es Cuba. «Fue muy impactante ver la manera en la que viven. Son muy especiales y tienen una cultura riquísima de resiliencia y de salir adelante con lo que sea». Y, aunque se quede con esta nación, Adolfo promete que «volvería a todos los países» en los que ha estado.
Justo ahora, después de Reyes, puso rumbo a Jordania para seguir su aventura y tiene una gran aliada: su abuela. «Ella es la que más me apoya y me dice que todo lo que no haga ahora no lo voy a hacer nunca», presume. «Mi padre también tiene espíritu aventurero», añade antes de confesar que su madre es «la que peor lo pasa». Es fácil entenderla y parece que su sufrimiento va para largo, porque tiene pinta de que Adolfo va a tardar en colgar la mochila.
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