La joven gijonesa Irene Bazo, ante la catedral de Milán. E. C.

«En Milán la gente es un poco estirada»

La gijonesa Irene Bazo estudia en Italia Diseño de Producto y asegura que encontrar piso fue toda una odisea: «Tardé un mes en tener casa»

ANA RANERA

GIJÓN.

Domingo, 4 de diciembre 2022, 01:11

Hace un par de meses que Irene Bazo Cueto (Gijón, 1997) llegó a Milán para estudiar el último curso de Diseño de Producto. Y según puso un pie en la ciudad, le tocó empezar a superar obstáculos porque «me costó un mes entero encontrar una casa», cuenta. «Estuve en cinco alojamientos distintos antes de llegar al último», recuerda ahora, ya por fin instalada en un piso compartido.

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Por suerte, tuvo tiempo para buscarse una habitación antes de que las clases dieran comienzo allí. «El curso empezó oficialmente en noviembre», dice sorprendida. Y, además, reconoce que «aunque los profes son muy majos, la universidad es un poco caótica». Igualmente, a ella le compensa porque cree que Milán es la ciudad perfecta para iniciar su carrera profesional. «Creo que es un sitio que me puede dar bastantes oportunidades, así que tengo la intención de hacer aquí las prácticas», explica.

A ella le gustaría especialmente trabajar en algo relacionado con el mobiliario. «Me vale desde lámparas hasta decoración», bromea. «Como esta es la ciudad del diseño -sobre todo de moda- también hay bastante diseño de otros productos», aclara.

Productos que deben ser muy caros porque «el nivel de vida aquí es bastante alto», se lamenta. «El alquiler de un apartamento no baja de los 600 euros», asegura. Aunque lo más llamativo de todo «es el precio de una cerveza o un chocolate caliente que ronda los seis euros». Así que, a la hora de salir a tomar algo, toca controlarse porque en lo único que los precios se asemejan a los españoles es «en el supermercado».

Pero claro, cuesta no hacer vida social en un lugar que tiene tanto ambiente universitario. «Es una ciudad tan grande que hay de todo. Hay mucho ambiente de italianos, hay también muchísimos asiáticos que vienen a estudiar aquí y por supuesto muchos españoles», relata. Y con estos últimos -como suele suceder- es con quien ella más se relaciona. «Mis amigos son españoles y extranjeros de otros países; con italianos solo hablo con algún compañero de clase», explica. Porque, a decir verdad, «en Milán la gente es un poco estirada».

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Un mal que se olvida echando mano de la cultura que por allí tanto abunda. «En este tiempo pude visitar muchas galerías y ver bastantes exposiciones», cuenta esta gijonesa que ya había vivido hace algunos años en Italia. «Había estado un tiempo en Cerdeña», apunta. «Por eso ya sabía italiano», aclara, antes de ensalzar al país de la bota. «Me encuentro muy bien aquí porque es muy similar a España tanto en la forma de ser como en la forma de vida».

A Irene la apetece entonces «pasar una temporada viviendo fuera» porque tiene claro que quiere que sus primeros años de trabajo sean «en el exterior». Ya tendrá tiempo para volver a Gijón y tomarse un chocolate en Mayca por unos cuantos euros menos que en Milán.

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