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En agosto de 2022, la vida de Miguel Hernández Alonso (Oviedo, 2000) dio un giro de 180 grados, cuando un convenio de la Universidad de Oviedo lo llevó a establecerse en Utah. Ese año, él había terminado sus estudios de Lengua Española y sus Literaturas ... y decidió que le interesaba «la enseñanza del español como lengua extranjera». Fue un profesor quien le allanó el camino, cuando le comentó «la posibilidad de venir a Estados Unidos para impartir clases de castellano, al tiempo que estudiaba un máster de Pedagogía de las Lenguas», cuenta.
Esa forma de iniciarse en el mundo profesional le encantó y se lanzó a la aventura sin apenas dudarlo. «Era una buena manera de tener un trabajo de lo mío y de salir al extranjero», se enorgullece. «Aunque no sea un puesto a jornada completa da para vivir y eso me motivó a cogerlo», aclara. Y eso que, por allí, las cosas no tienen nada que ver con Asturias. «La universidad es muy diferente en muchos aspectos y en otros, no tanto», se ríe. «Impresiona, por ejemplo, verse en un campus estadounidense como los de las películas», bromea. «El campus es más grande que el centro de Oviedo».
Desde luego, que es un lugar imponente, pero también tiene sus cosas buenas. «Está muy lleno de vida y de opciones porque siempre hay alguna actividad». Especialmente, en el departamento de español, que es «el más grande y el más numeroso porque es la lengua más demandada».
Da gusto con ese interés que despierta nuestro idioma y que le permitió «hacer amigos con ganas de aprender sobre el mundo de las lenguas», indica. «Me encuentro muy cómodo. Es un ambiente muy estimulante y ofrece muchas posibilidades». Aunque, a decir verdad, no todo es de color rosa. «Al principio es muy duro porque coincides con gente que tiene mucha experiencia, pero Estados Unidos ofrece muy buenas oportunidades», celebra.
Con esas, él tiene claro que, de cara al futuro, le gustaría ver «otros contextos, culturas y países», dice. «Me gusta ver cómo vive la gente que tiene una carrera similar, pero que la desarrolla en otras naciones», explica y prosigue: «Aquí ves a gente que entra al posgrado después de muchos años de experiencia en educación y después de haber salido al extranjero, eso es lo que yo quiero hacer también».
Por eso, «cuando termine este programa, quiero buscar otras oportunidades», lanza. Miguel piensa, por ejemplo, en labrarse una carrera «en algún país de la Unión Europea o en Asia», donde seguro que seguirá sintiendo ese amor por el español que le nació hace ya años y que no para de crecer. Ese amor le permite disfrutar la vida en un lugar como Utah, en el que hay «un equilibrio muy bueno entre lo social y lo laboral» y donde sigue siendo un estudiante, a pesar de estar iniciándose en el mundo laboral.
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