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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 29 de enero 2023, 01:38
Elisa Martínez Cifuentes (Gijón, 1994) hace ya más de una década que dejó Asturias. En 2012 tomó rumbo a Salamanca para estudiar Traducción e Interpretación, hizo a continuación un máster en Estudios Interdisciplinares de Género en esa ciudad castellana y allí trabajó hasta 2020. Fue ... entonces cuando esta joven que siempre ha trabajado como traductora y en el ámbito de la enseñanza hizo el petate y se mudó a Colonia.
El viaje a Alemania lo hizo en agosto junto a su novia. La razón: buscar nuevas oportunidades laborales. «Nos decantamos por esta ciudad porque a ambas nos atraía su ambiente LGTBIQ+ y multicultural. Ahora trabajo como educadora especial en una escuela preescolar y estoy muy contenta», resume.
Son varias las razones para la alegría. La primera y fundamental: «Hay mucha oferta laboral. Aquí no tengo miedo de quedarme en paro. Si lo necesitara, sé que podría encontrar otro empleo con unas condiciones dignas en cuestión de semanas», señala contundente. Puede que la premura no le permitiera dar con el trabajo de sus sueños, pero sí con un puesto que le permita vivir dignamente. Razón de peso y que incluye un requisito fundamental: defenderse en alemán. Y ahí va bien servida: «Me siento privilegiada, porque empecé a estudiarlo de adolescente y no he sufrido el tener que partir aquí de cero, que es una de las cosas más duras para quienes acaban de llegar».
No obvia Elisa que el pasaporte europeo también ayuda en un país avanzado en muchos aspectos, pero no precisamente en el de la digitalización. Ahí el atraso se nota y se sufre: «Los alemanes son muy amigos de mandar cualquier documento relevante por correo postal, no dan ninguna información importante por teléfono, todo tiene que estar firmado a mano», relata, y añade que la protección de datos es un asunto relevante para ellos. «Esto tiene su lado positivo, pero hace cualquier proceso burocrático muy tedioso», concluye. Y lo resume a las mil maravillas: «Mi sensación es que lo que en España serían cinco pasos en Alemania son diez». Dicho esto, el tópico alemán tiene para ella matices: «Diría que son eficaces, pero no eficientes. Todo funciona, pero más bien lento».
Todo lo dicho, en el plano profesional; en lo personal, la suerte le ha acompañado siempre. Ha hecho amigos y se ha sentido siempre arropada. «En Colonia, concretamente, la gente es bastante salada para el estándar alemán. No es lo más raro estar en un espacio público y que alguien se acerque a darte palique. Desde luego no se corresponde con el tópico alemán que muchas personas quizás tengan en mente», anota la joven gijonesa.
Pero sí ha sufrido algún que otro choque cultural. El principal, los silencios en grupos grandes: «En general, aquí la gente se escucha más. Por ejemplo, si te sientas en una mesa a comer con diez personas, siempre habrá una sola persona hablando. Las personas no suelen hablar unas por encimas de otra. Es probable que haya incluso un par de momentos en que todo el mundo se calle unos segundos. A mí al principio esto me desconcertaba muchísimo. Pensaba que alguien había dicho algo incómodo o triste. No entendía por qué se callaban», relata. Huelga decir que en España en una mesa con diez personas «puede haber cinco conversaciones teniendo lugar a la vez perfectamente».
Echa de menos a la familia y no niega que le gustaría vivir con la playa al lado de casa, pero no es esencial. «Tengo claro que mi única gran renuncia al irme de Asturias ha sido perderme el día a día de mis seres queridos», dice. Todo lo demás carece de importancia. Eso sí, Asturias se ve «más bonita desde que estoy fuera». Ha aprendido a apreciar aspectos que antes obviaba en lo arquitectónico y urbano y en lo puramente social.
Retornar ahora mismo ni es una opción ni una meta, pero tampoco está descartado. Sigue disfrutando de la experiencia de vivir lejos de casa, que es «ante todo, una cura de humildad y una manera de valorar, incluso más, la importancia de crear una red de apoyo sólida, estés donde estés». Afirma que al emigrar es importante tener quién te eche una mano y saber aceptar esa ayuda: «Aprender a lidiar con esa vulnerabilidad y a valorar la importancia del grupo, de la familia elegida, me ha aportado mucho».
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