La gijonesa Sara Villamil, en la librería Ler Devagar de Lisboa.

«No me dan miedo los cambios de vida»

Sara Villamil Escandón lleva siete años viviendo en Lisboa, una ciudad de la que ama su luz y en la que trabaja en la Embajada de España

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Domingo, 8 de enero 2023, 00:57

Sara Villamil Escandón (Gijón, 1990), formada en Salamanca y Cantabria, primero en Traducción e Interpretación y a continuación en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, trabaja actualmente en la Embajada de España en Lisboa, una ciudad a la que está unida de una manera muy ... especial. En ella vivían sus tíos y desde muy pequeña pasó allí los veranos, hasta convertirla en su segunda casa y su idioma, en su segunda lengua. De modo que, cuando hace siete años realizaba el máster, le plantearon lugares de prácticas y Lisboa no era opción, decidió abrir un convenio con la universidad y una escuela de Español lisboeta, ELEUsal. Así comenzó la vida laboral en el vecino país de esta joven amante de la poesía que espera publicar este año un poemario.

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Lleva desde los 18 años fuera de España y eso marca el carácter: «Siempre he sido muy independiente mentalmente y no me dan miedo los cambios de ciudad, de ambiente de trabajo o de vida en general, y creo que este es un factor que se ve potenciado cuando vives fuera de lo que por ley natural sería tu zona segura. Aprendes a lidiar con mucha burocracia, te involucras en las culturas ajenas activamente y no como un mero espectador o un turista, y te congratula la sensación de que realmente puedes ir a cualquier parte del mundo», resume.

Ese saber vivir en cualquier lugar sin temores es también un saber que las luces y las sombras existen. «Actualmente, trabajo en la Embajada de España y, honestamente, pese a lo que el resto de ciudadanos pueda pensar, salvo el hecho de haber logrado una plaza fija 'para toda la vida', todo lo demás no es precisamente bendición. De hecho, el personal laboral en el exterior nos encontramos desde hace ya meses en lucha pública porque van 14 años de salario congelado, no existe seguro médico ni reconocimientos de tal tipo en nuestro puesto de trabajo, no hay promoción interna ni forma de desarrollarse mínimamente, toda la estructura es híper jerárquica e incluso ves y sabes cosas que preferirías no conocer en el día a día».

En sus trabajos en Portugal, ha advertido esa mentalidad de que trabajar más horas es mejor en lugar de buscar la eficiencia. «Muchas personas aquí se pasan el día entero en la oficina y hacen horas extra para ganar un salario bajo con el que cada vez es más surrealista e imposible vivir», porque, además, no hay que olvidar que Lisboa se ha convertido en una ciudad de moda y, por lo tanto, se ha encarecido.

Ama la luz de Lisboa, sus tonos, su calor, elogia la educación de los portugueses y que son siempre agradecidos. «De Portugal destaco una cultura y una gastronomía muy ricas que saben mantenerse originales y auténticas por muchas renovaciones, avalanchas turísticas o décadas que pasen por encima», apunta. Pero también hay contras: «La sanidad pública no funciona y en los transportes tienen muchísimo que avanzar».

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Aunque las infraestructuras no son su fuerte, Portugal hace mucho que «no es un país pobre» donde «comprar toallas». Es además un lugar que ama lo suyo: «Admiro mucho la forma tan intrínseca que tiene este país de avanzar sin perder un ápice de su autenticidad».

Asturias está en la distancia. Y para ella es «un olor constante. No hay una semana en mi vida que no recuerde cómo huelen los praos después de llover, los bollinos preñaos todavía calientes, el resquicio de sidra en un vaso, el mar cuando salpica en cualquier parte de su costa, la gente siempre amable y siempre dispuesta, el domingo de vermú o de churros con la familia...». Añora la calidad de vida de Asturias y de una ciudad media como Gijón, pero volver no se presenta como opción. «Tanto mi pareja como yo somos traductoras y, desgraciadamente, a Asturias no le interesan casi nada las lenguas porque históricamente ha vivido siempre de otros sectores». Pero sí se imagina volviendo de mayorcita para disfrutar de la calidad de vida y la tranquilidad.

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