ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 28 de agosto 2022, 02:29
Aunque parezca mentira, «en Letonia escuchan reggaeton». Así lo cuenta Daniel Argüelles (Gijón, 1992), un profesor de español que ya lleva cinco años viviendo por esos lares, que nos resultan tan desconocidos a los asturianos. «Me fui del Principado en octubre de 2017. Primero viví ... en Tukums, luego en Jurmala y después llegué a Riga, la capital», explica.
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Él emigró hasta ese lugar «para intentar encontrar trabajo como profesor de baloncesto o de español». Y le sonrió la suerte muy rápido porque allí, para impartir clases en la enseñanza pública, «no hace falta opositar. Te entrevistan y, si vales, te contratan», señala. Y eso no es lo mejor de todo, lo más destacado es que en Letonia está muy de moda aprender español. «Es un idioma que, en Europa, está en auge. Se ha vuelto muy popular gracias a la música y a que a la gente le encanta, cada vez más, veranear en España y en Sudamérica», cuenta.
Tanta afición por nuestra lengua hace que haya «muchos grupos de bachata y de salsa. Hasta bailan mejor que nosotros», se ríe el gijonés. En su sonrisa se nota que está feliz desde que vive en Riga porque «la capital es mucho más cosmopolita que el resto del país», indica. «Hay dos Letonias. Fuera de la gran ciudad es todo muy rural, muy de la vieja escuela». Por eso, él confiesa que, «vivir en zonas rurales se me hizo difícil porque, aunque en Riga también son tradicionales, hay más gente de fuera: inmigrantes y estudiantes Erasmus», señala. «Igualmente, es el este de Europa y es un segundo mundo, no es el tercero, pero tampoco el primero».
Pese a las diferencias claras con España, por allí hay muchos planes para hacer porque la capital tiene «mucha marcha» y la naturaleza ofrece bastantes opciones. «Se suele decir que Letonia es un país dentro de un bosque. Es muy natural, no tiene montaña, pero sí muchas arboledas, lagos, pantanos... El turismo que viene organiza acampadas y rutas».
Y lo que está claro, para él, es que más vale viejo conocido que nuevo por conocer. «En el futuro, o me quedo aquí o vuelvo a Asturias, pero no me planteo irme a otro sitio y empezar de cero», asegura. Y eso que «relacionarse en Letonia no es nada fácil», se lamenta. «En general, cada uno mira para lo suyo», aclara.
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Ese es un mal menor porque su vida por allí le permite mucha libertad de movimiento. «Tengo vacaciones desde el 1 de junio hasta el 1 de septiembre». Todo un privilegio que hace que sus vacaciones por Asturias «comiencen a principios de julio y acaben a finales de agosto».
Cuando terminan, llega el momento de regresar a esa ciudad de idioma imposible (para nosotros), en la que muchos dominan o chapurrean el español. Todo sea para salir por las noches y entender todas las letras de las canciones de reggaeton que suenan hasta en las discotecas letonas.
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