M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 27 de noviembre 2022
Beatriz García Cima (Villamiana, Oviedo, 1989) estudió ADE y Economía en la Universidad de Oviedo y luego un máster de Comercio Exterior. Las prácticas la llevaron a Vietnam y Perú y de vuelta a casa se dio cuenta de que el gusanillo de vivir fuera ... se le había quedado dentro. En 2017 consiguió una beca para estudiar chino en Pekín, pero antes decidió irse de voluntaria a Kenia y la vida demostró una vez más que tiene vida propia: lo que iba a ser un mes se ha convertido en más de cinco años viviendo y trabajando en Nairobi.
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Empezó combinando dos empleos, daba clases de español en un colegio internacional y el resto del tiempo trabajaba para una agencia de safaris orientada al mercado español. «Aquí vi cómo el tipo de viajes que a mí me gustaba hacer como viajera eran muy difíciles de gestionar en Kenia y prácticamente nadie les prestaba atención». Vio nicho de mercado y se puso manos a la obra junto a su pareja: «Lo vimos claro y nos lanzamos creando Kitambo Safaris a principios de 2019».
El país es increíble. Mucho más que safaris. Tiene parques naturales «que te hacen sentir en un documental», bosques increíbles, playas idílicas... «Pero, para mí, lo mejor es la riqueza cultural, con 43 tribus, la diversidad es enorme y cada una tiene sus propias costumbres y lenguas», señala Bea, que no obvia que hay más. «Es un país que te da una bofetada de realidad casi desde el minuto que pones un pie en él y que, visitado de forma consciente y responsable, te deja aprendizajes para toda la vida». Sus viajeros se los llevan para casa.
Enamora Kenia, pero tiene sus contras. «Lo peor es hacer frente al coste de la vida, que, paradójicamente, en Nairobi es altísimo, pero tienes tantas realidades durísimas alrededor que te hace ser consciente día a día de tu privilegio», anota la asturiana. Su cotidianidad, en cualquier caso, es común y corriente: «Llevo al peque al cole, voy al gimnasio, trabajo desde mi casa o alguna cafetería, hago la compra, quedo con amigos». En el plano laboral, apunta que es importante conocer la cultura, armarse de paciencia, no dar nunca nada por sentado y estar preparado para los imprevistos.
Piensa que en general hay una imagen muy distorsionada de la realidad respecto a África. Kenia, en concreto, es el país más desarrollado del este de África, y Nairobi, una ciudad cosmopolita y viva. «Siempre digo que los kenianos y los españoles tenemos muchísimas cosas en común, como por ejemplo el carácter extrovertido, alegre, el hacer la vida fuera, salir a comer, a beber, a celebrar, a hacer bromas».
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Mira a Asturias con morriña y con la pena de que su potencial y talento no se desarrollen, añora a los suyos y la comida -«como en Asturias no se come en ningún lado»-, pero todo eso importa poco: «Echo de menos el acceso a una sanidad gratuita de calidad o no estar expuesta a tantas injusticias diariamente», concluye.
Dicho todo lo dicho, a corto plazo retornar a casa no está en sus planes. Se deja fluir. El destino dirá. «Considero Kenia mi casa y, en general, me encuentro muy a gusto viviendo aquí, pero sí me gustaría poder volver a casa más a menudo. Ahora voy solo una vez al año y da gracias».
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