«La falta de horas de luz pasa factura»

La vida en Dinamarca, para él, es muy distinta a la española, sobre todo porque durante el invierno, las noches se hacen demasiado largas. «Se nota bastante la falta de luz, pasa factura, aunque del país no tengo ninguna queja», confiesa. Y eso que la pandemia hace que apenas pueda disfrutarlo desde que entró la primavera, aunque por aquel entonces sus circunstancias eran mejores que las actuales. «En marzo y abril fuimos por detrás de España y la cosa aquí estuvo relativamente controlada. Se redujeron las entradas al país, cerró todo y con eso la superaron bastante bien». Pero ese espejismo acabó demasiado pronto. «Ahora estamos bastante peor que durante la primera ola. Por eso, han endurecido mucho las medidas, hay que llevar mascarilla en todos los comercios y la vida social acaba a las diez de la noche», explica.

Pese a todas las restricciones, él sigue acudiendo al laboratorio de su universidad para preparar su tesis. «Estoy haciendo un máster de Química Medicinal en el departamento de Biofarmacia y Desarrollo de fármacos, es sobre química aplicada a la farmacia», relata. Unos estudios que le encantan y que mantienen viva su vocación desde que aterrizó en Copenhague. «Miré másteres por toda Europa, esta era mi primera opción y me cogieron», detalla. Así, pudo quitarse la espinita de vivir una experiencia lejos de casa. «Siempre quise estudiar fuera de Asturias y no había podido irme de Erasmus», apunta.

Eso sí, dejó atrás nuestra región convencido de que lo hacía con billete de vuelta, aunque no sepa aún para cuándo. «A vivir definitivamente aquí no me quedaría, es demasiado distinto», asegura. Aunque tampoco tiene ninguna prisa por marcharse. «Me gustaría estar un par de años más, estoy mirando para hacer el doctorado y sino también me interesaría hacer algún intento de trabajar en la industria farmacéutica para tener una opinión», revela.

Tiene muchos planes Javi García a la vista para seguir disfrutando de Copenhague en el piso que comparte con un madrileño, un malagueño y un alemán. Y con ellos pone un poco de alegría a la oscuridad que en Dinamarca difumina los límites entre las noches y los días.