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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 2 de mayo 2021, 01:37
Eduardo Pérez-Fernández (48 años, de Cangas de Onís criado en Ciaño) hizo el petate rumbo a Escocia en 2015. Con su mujer, andaluza y arqueóloga como él, recorrió la misma ruta que habían trazado previamente sus cuñadas. Y ya se ha comprado piso ... en Glasglow. «Yo estaba trabajando con Rogelio Estrada en Asturias y ella, en una empresa de arqueología en Málaga. Las condiciones no eran las mejores en España, no había mucho trabajo y, como ella tenía familia en Escocia, nos vinimos».
Tan felices y contentos están trabajando en lo que les apasiona y en un mundo que, para un asturiano, es muy cercano. «Los escoceses son muy agradables, atentos con la gente de fuera. Yo de vez en cuando escucho una gaita, puedo beber sidra, llueve bastante, así que estoy un poquitín como en casa, solo me falta la comida».
Distinta es la cosa en el plano laboral. Aquel es otro planeta: «Las diferencias son notables. Las condiciones son mucho mejores y desde el punto de vista arqueológico está todo mejor controlado, se trabaja más seguro, en general está bastante mejor organizado». Y no solo eso, sino que el respeto hacia el patrimonio es mayor: «Aquí se vigila arqueológicamente todo, hay controles en todos los sitios, cosa que en Asturias no sucede, y aquí incluso las empresas están implicadas en la protección del patrimonio, reciben ayudas cada vez que se encuentran restos», afirma este apasionado de la arqueología que es el creador de la web Arqueoastur.
Y si hablamos de lo económico, más de lo mismo, más la movilidad laboral, algo que destaca Eduardo del país. «Nosotros trabajamos en una empresa de arqueología y estamos pensando en cambiar, que es algo que en España no te planteas, pero aquí la gente está unos años en una cosa y se va a otra». Advierte que el sistema es diferente, que el chip es otro. Así las cosas, volver no parece una opción muy factible: «De momento, no nos lo planteamos, nos ha ido bien, nos hemos comprado piso, así que acabaremos como todos los guiris yendo a España de jubiletas... Y mira que me encanta Asturias».
Eso de vivir en una isla y que no haya pescado no lo lleva. «Cada vez que voy a Asturias disfruto cuando entro en un supermercado», afirma. El gastronómico es precisamente el único contra, y más ahora que la pandemia ha recortado las visitas familiares y la entrada de fabes en casa. «¿Tú sabes el tiempo que hace que no me como yo una fabada?», clama. Pero, por todo lo demás, no hay queja: «Son gente sana, alegre, muy abierta, y culturalmente tenemos mucha afinidad».
Tiene 48 años Eduardo y la vacuna le llegó el viernes. En Gran Bretaña van como locos inmunizando y eso se agracece. Pero hay algo más: «Yo añoro mucho Asturias y entro en la prensa, en redes, y aquí el virus se tomó de otra manera, hubo muchísimos casos, pero no está todo el mundo echándose las culpas unos a otros, aquí no tienes esa sensación, no hay ese machaque». De momento, aunque vacunados, las vacaciones planean pasarlas en Escocia. Habrá tiempo de volver a España. «En cuanto podamos nos bajaremos. Yo creo que la cosa va a ir a mejor».
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