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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 18 de septiembre 2022, 00:55
Emilio Requejo Ruiz (Gijón, 1998) estudió Ingeniería Electrónica en Gijón y, finalizado el grado, en agosto de 2021, se fue a Holanda. Su destino fue Delft, una especie de mini Amsterdam con sus canales, una ciudad no demasiado grande a mitad de camino entre Rotterdam ... y La Haya, que tiene una universidad muy potente. Allí se quedará un año más disfrutando de la oportunidad que supone estudiar y vivir en un país extranjero. «Me apetecía estudiar fuera, y encontré un máster en energía sostenible, que era lo que yo quería, en esta universidad. Lo escogí porque es muy barato para la ciudadanos de la Unión Europa y porque la universidad tiene prestigio». Se lanzó y va por el primer año de máster y está inmenso ahora en sus primeras prácticas pagadas en una empresa en Utrech.
Sí advierte notables divergencias con la Universidad de Oviedo. «Se nota mucha diferencia sobre todo por la cantidad de estudiantes internacionales, diría que en mi máster, si somos 150 personas, un tercio son holandeses, y dos tercios, de fuera y de todas partes». Hay estudiantes de todos los países de la UE, principalmente porque pagan menos tasas, pero también de EE UU, India, China, Tailandia... «Está genial, te relacionas con gente de sitios que igual no habías ni oído hablar», resume Emilio. A eso se suma que el trabajo es más duro: «Es mucho más frenético», anota. El cambio de los semestres a trabajar en etapas de dos meses y medio hace que haya que estar siempre en alerta, siempre estudiando, que no existan treguas ni tiempos de descanso. Otra diferencia es que, al ser un campus tan grande, hay muchas asociaciones de estudiantes y siempre está pasando algo, la actividad es imparable. Y eso que la ciudad no es grande, pese a lo cual: «Yo estoy encantadísimo, es una ciudad muy guapa, tiene ambiente de pueblín, canales, pero es verdad que la vida es muy tranquila y hay quienes se quejan de que falta ambiente por la noche», explica. Él está trabajando con estas prácticas retribuidas, que no son obligatorias, y se ha centrado en estudiar, pero sabe que si quiere trabajar es sencillo conseguir dónde. Y esa es otra diferencia sustancial con España: «Aquí nadie tiene problemas, se encuentra trabajo fácilmente».
De momento no tiene claro qué será de su vida una vez acabe el máster. No le importaría quedarse un par de años más, pero la idea de regresar a España también le tienta. «No sé si me gustaría estar un tiempo largo fuera de España», confiesa, y relata después que la familia y los amigos se echan de menos, como la comida. Porque Holanda tiene grandísimos atractivos, pero la gastronomía no es precisamente uno de ellos. Eso sí, es un país pequeño, fácil de recorrer y conocer. «No he tenido tanto tiempo para viajar porque el máster es exigente y hay muchos proyectos y cosas, pero sí he ido a Amsterdam, Maastricht, Utrech, Rotterdam y La Haya y pasé un fin de semana en una de las islas del norte». No se ha movido aún fuera de Holanda, pero queda aún tiempo. Por ahora disfruta de lo que le aporta una experiencia como esta, que le ha hecho ganar soltura con el inglés y conocer las diferencias culturales de sus nuevos compañeros de clase y vida.
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