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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 2 de octubre 2022, 01:40
En Peterborough vive Andrea Hermosa Rubio (Oviedo, 1987, criada en Barredos y El Entrego), desarrolladora de nuevos productos, diseñadora gráfica y la feliz mamá de Oliver, que llegó hace diez años al Reino Unido gracias a una beca después de haber acabado el máster en ... Ingeniería de producto. «Estuve trabajando seis meses para una empresa como ingeniera haciendo regulación de productos sanitarios para el mercado europeo y americano. Después, me ofrecieron trabajo y decidí quedarme, conocí a mi pareja y empecé una vida aquí», relata esta mujer que trabaja para una empresa distribuidora de plantas para supermercados y empresas de venta 'online'. «Actualmente, me encargo de Tesco UK y Tesco Irlanda», detalla.
Diez años dan para momentos buenos y no tan buenos, pero de todo ha aprendido. «He pasado por diferentes trabajos, pero todos ellos me han aportado cosas distintas. He trabajado también de cara al público, lo que me ha enseñado a aprender a comunicarme y relacionarme», explica. No puede, sin embargo, comparar la situación laboral con la española, porque su vida activa ha sido británica. «Tengo suerte de contar ahora mismo con muy buenos compañeros, un gran ambiente laboral, y me encanta mi trabajo, que me permite viajar y conocer gente muy diversa», anota la asturiana. Pero la vida es mucho más que trabajo y en todo lo demás tampoco hay queja. «Personalmente, he encajado bien con el modelo de vida británico, o eso quiero pensar. Gran Bretaña siempre ha sido un referente en cuanto a cultura, principalmente, en literatura y música», asegura. Y apunta un dato clave: «A mí, poder plantarme en Londres en cincuenta minutos me da la vida»
Todo lo dicho no significa que no haya añoranzas. «Pues lo que mas se echa de menos es a la gente... y la comida. Mi güelita siempre me mandaba cajas con aceite, fabes, latas de conserva, etcétera... pero, desde lo del 'Brexit', pues no se puede y es un rollo. Muchas veces, puedes sentirte solo lejos de la gente que te ha visto crecer, pero haces un platu fabes y se te pasan todos los males».
No hay planes de regreso. Tiene un hijo de seis años que nació en Gran Bretaña y de padre inglés, de modo que allí se queda, por mucho que todos los veranos retorne a Asturias y Oliver pase un mes con sus abuelos hablando castellano.
Con la vuelta del vuelo directo a Londres, las distancias se acortan para ella. «Cuando lo quitaron, me afectó muchísimo, porque no es lo mismo volar a Asturias que a Santander», afirma, y añade que podrá venir más a menudo y eso será también bueno para su niño.
Su país de acogida acaba de pasar el duelo por la muerte de Isabel II, que ella ha vivido a su manera: «Aquí hay un poco de todo, desde compañeros en el trabajo llorando hasta gente a la que no le importaba mucho. Yo no creo en la monarquía como sistema de gobierno, me parece algo obsoleto y, aunque la Reina de Inglaterra era una persona de carne y hueso, y lamento por su familia su pérdida, no deja de ser también un símbolo del imperialismo y colonialismo inglés y eso ha afectado a muchas personas que provienen de países que han sufrido bajo la Corona inglesa», remata.
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