![«Aquí la empresa se adapta al trabajador»](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2023/06/04/84297835--1200x840.jpg)
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Luján García Castropol (1984) nació en Tapia de Casariego, creció en Gijón y fue en Burgos donde estudió Arquitectura Técnica. Unas prácticas, una temporada en un hotel rural y en 2012 hizo las maletas y se fue a Alemania. La razón: «No había perspectivas de encontrar trabajo de aparejador o en algo que tuviese que ver con ello», revela. Su camino empezó como aupair y eligió Alemania porque no había sufrido la crisis de la construcción y había estudiado un par de cursos de alemán en el instituto. Y luego la vida, que tiene vida propia, marcó su destino casi sin darse cuenta. «Al poco de llegar conocí a mi hoy ya marido, que era el maestro de la hija de mi familia aupair. Una de esas cosas con que nos sorprende la vida. Así que mi alemán fue mejorando bastante rápido», bromea.
Allí tiene su vida esta mujer que desde 2021 vive en Bad Honnef, un pueblo a 17 kilómetros de Bonn, y que trabaja en un estudio de ingeniería haciendo cálculos de estructuras y de eficiencia energética. La flexibilidad laboral del país es una de las ventajas de trabajar allí: «Las empresas se adaptan a los trabajadores y en casi todos los ámbitos puedes decidir cuántas horas a la semana trabajas y cómo te las distribuyes, además los horarios se suelen cumplir», afirma. Es decir, hay tiempo para la familia, para los hobbies y el estrés está bajo control. Pero también hay peros: «Lo único que me molesta de los alemanes en el trabajo es que les cuesta cambiar de hábitos, lo que hacen lo hacen muy bien, pero cuando hay que cambiar algo muchas veces les cuesta adaptarse y tomar decisiones al respecto».
Sostiene que Alemania es un país agradable para vivir y para trabajar. «Me gusta que aquí el tiempo libre va muy unido a pasar ratos al aire libre y en contacto con la naturaleza», afirma. Eso sí, sabe que no es fácil hacer amigos alemanes: «Les cuesta mucho abrirse a nueva gente, y, hasta que no te conocen bien, no te van a incluir en sus planes de tiempo libre», asegura.
Son múltiples los estereotipos vinculados a los alemanes. Luján confirma el de la organización y el poco gusto por la improvisación. Son currantes. No hay duda. También se cumple, aunque cada vez menos, el mito del alemán desfasado en Mallorca. «Cada vez son menos los que hacen este tipo de vacaciones de chanclas y borrachera regularmente», afirma.
Admira ese sentido de lo colectivo que tienen sus vecinos. Si hay que quitar la nieve en invierno de la calle o retirar las malas hierbas en primavera no esperan a que lo haga el ayuntamiento, sino que se ponen manos a la obra. «Creo que en ese sentido son mas cívicos que nosotros, o así lo he vivido yo al menos».
Son además buenos visitadores y admiradores de España. «Conocen bien Mallorca y Barcelona y algunos han oído algo de Asturias porque saben qué es el Camino de Santiago, pero poco más, del resto conocen más bien poco, y cuando les dices que vas a casa en agosto te preguntan si no hace demasiado calor, y al decirles que hace menos calor que en Alemania en verano te miran con cara de no entender nada», revela.
Añora la forma de ser de los asturianos y la gastronomía, aunque suele viajar a Asturias a menudo para ver a la familia. «Siempre digo que no me queda mucho tiempo por Alemania, pero van pasando los años y aquí sigo. Lo cierto es que me gustaría volver a Asturias a corto-medio plazo... A la jubilación no pienso esperar».
Aquí sigue estando su casa y es un lugar especial: «Asturias tiene mucho que ofrecer, pero si no se crea trabajo, la vida de los pueblos y ciudades no es sostenible», asegura. Obvio es lo que, a su juicio, se necesita: «Lo que me gustaría es que hubiera más posibilidades laborales, ya que, hoy por hoy, no me parece que haya mejorado nada en este ámbito desde que me fui».
De todas formas, emigrar es una experiencia vital de la que se lleva un sinfín de aprendizajes que merecen la pena: «Me ha hecho más abierta de mente y me ha dado la oportunidad de conocer y trabajar con gente de muchos países y culturas, ya que en Alemania y, sobre todo en Bonn, donde he vivido la mayor parte del tiempo, hay inmigrantes de todas partes del mundo».
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