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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 6 de agosto 2023, 01:38
Menudo trajín de vida ha tenido y tiene Beatriz Malvar Alvaré (Oviedo, 1979), licenciada en Químicas en Asturias que hizo un Erasmus en Oslo, que se volvió a Noruega tras acabar la carrera, que estudió en Madrid un máster en cosmética y dermofarmacia, que ... trabajó en la capital española, que se enroló en el Circo del Sol en una gira por España... Y, de pronto, un buen día decidió que quería aprender alemán y se fue a Berlín. Eso sucedió en 2009. «Compartía piso con una chica alemana y otra italiana, y la primera tenía un hermano que resulta que ahora es mi marido», resume Bea. Pero el novio alemán de entonces no fue razón para que detuviera su periplo por el mundo. Le conoció dos días antes de que él se fuera a Costa Rica, ella se quedó en Berlín, a la vuelta se juntaron y hasta hoy.
Más tarde regresó a Oviedo para hacer un máster de Español como Lengua Extranjera, a continuación, Ibiza, para trabajar de animadores en un hotel e irse luego de viaje a Sudamérica. «Yo le dije: 'Matthias, si tú quieres estar conmigo tienes que aprender español', y por eso nos fuimos a Sudamérica y estuvimos seis meses viajando». Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, vuelta a Europa, boda en 2013, y todavía alguna escala más antes de llegar al destino actual en Dresde. «Como él es monitor de escalada y esquí, estuvimos un año en Austria, pero vivíamos en un pueblo pequeño y yo no quería; además, decidimos que si queríamos tener familia teníamos que tener abuelos cerca».
De muy cerquita de Dresde es su marido y allí viven con sus mellizos de dos años y medio. Y allí ella ejerce ahora como profesora de Español y de Química en un instituto. No fue fácil. Porque frente al mito de la eficacia alemana, Bea advierte muchas trabas, falta de digitalización y lentitud administrativa. «En Austria la convalidación me la hicieron en un fin de semana, en Alemania me llevó dos años», relata. «Son muy complicados en temas administrativos», revela. Con paciencia, pasó todo el proceso, hizo sus prácticas y ahora ya ejerce como docente. «Aquí los profesores trabajan más horas que en España, se cobra mejor, aunque hay menos vacaciones y están más repartidas», explica. En lo puramente educativo, «yo creo que es bastante parecido, aquí se prioriza que se hagan trabajos en grupo, presentaciones», anota. Eso sí, ella, que trabaja en uno de los colegios más modernos de Sajonia, sí advierte que su centro está especialmente bien equipado, con pantallas electrónicas y maletín con ipad para los alumnos. Además, los laboratorios de Química son mejores y se hacen muchas prácticas en esta asignatura, para la que le costó especialmente prepararse para impartirla en alemán.
Lo dicho, en lo laboral; en lo personal, también hay diferencias. «En Alemania se hace más vida en casa, eso de estar los padres tomándose algo al lado del parque no existe, ni salir a tomar algo sin más, se sale a cenar y luego todo es mucho más caro, no se pagan rondas, cada uno lo suyo...». De modo que esa forma de vida tan española y asturiana más social es una añoranza enorme, sin olvidar que la falta del luz del invierno es otro hándicap importante en el día a día. «Aquí todo ocurre más temprano que en España», apunta.
Quizá una cosa intermedia entre España y Alemania sería lo perfecto y un poco más de fiesta no estaría mal. Ella, mateína fiel, lleva años sin pisar Oviedo en septiembre. «¡Como me gustaría tomarme un mojito en el Rincón Cubano, si es que todavía existe!». Quizá más pronto que tarde pueda echarse ese trago al buche, porque entre sus planes de futuro está volver. «No me veo en Alemania muchos años, cada vez echo más de menos la sociabilidad, y a mi marido le gusta también Asturias, así que estamos intentando ver algún plan de negocio», asegura.
La frialdad y el trato de usted en los que vive inmersa animan ese retorno a casa con la mochila bien repleta de aprendizajes: «Emigrar sobre todo te hace apreciar lo de España, esa cosa de los españoles de 'lo de fuera todo es mejor' no es verdad, no es mejor, es diferente». Lo mejor, lo nuestro: «Asturias es maravillosa, tenemos todo, paisaje, cultura, gente».
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