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«Mi idea era volver después de seis meses a España y ya han pasado diecisiete años», confiesa, entre risas, Susana García Morado (Avilés, 1980). Ella se fue a vivir a Cork en el año 2006, al terminar la carrera de Gestión y Administración Pública, ... y, desde entonces, no se ha movido. «Vine con una amiga porque queríamos practicar el inglés y coger algo de experiencia laboral», recuerda. «Al principio, nos costó tres meses encontrar un empleo. Yo empecé como temporal y luego me hicieron fija y hasta ahora», resume Susana. «Soy administrativa de Apple, me encargo de dar soporte a todas las tiendas de Europa».
Con esas, a esta avilesina nunca se le borra la idea de volver a Asturias, «pero según va pasando el tiempo, más difícil se hace porque te acomodas aquí y tienes tus amistades», explica. «Además, hubo épocas en las que la cuestión laboral en España no estaba fácil y las condiciones laborales y los sueldos en Irlanda son mejores».
No es tan buena, sin embargo, la vida social porque «aunque Cork se parezca mucho a Avilés, hay cosas que son muy diferentes». Ella piensa, por ejemplo, en el poco ambiente nocturno que hay. «Aquí no hay terrazas, la única opción que tienes es ir a un bar, pero todo es de puertas para adentro, muy oscuro», explica, antes de apuntar que «a las seis, cierran todas las tiendas» y que el clima es bastante crudo. «Mucha gente nos dice a los españoles que por qué estamos aquí, si ellos estan deseando irse a España a pasar las vaciones», se ríe, mientras reconoce que las cosas algo han mejorado. «Con el cambio climático, ya tenemos verano. Estamos a veintipocos grados más o menos», celebra.
Ahora solo falta que celebren alguna fiesta de prau para que parezca realmente Asturias. «Echo muchísimo de menos las romerías», asegura. «En Irlanda pueden hacer fiestas en algún pueblo, pero es cosa de un día, no se pasan una semana con verbenas como nosotros». Para combatir esa morriña, este año Susana vendrá de vacaciones a Asturias a finales de agosto, coincidiendo con las fiestas de San Agustín. «Es un momento en el que muchos de mis amigos vuelven a casa y podemos estar todos juntos», cuenta, antes de avisar que estará por allí «hasta después del Día de Asturias, me iré el 11 de septiembre».
Con esas ganas que ella tiene de respirar nuestra tierrina, reconoce que «siempre tengo en la cabeza la idea de volver», aunque no parece que vaya a hacerse realidad pronto. «Otro sueño que tengo sería mudarme durante una temporada a Escocia porque siempre quise hacerlo». Y, ya para cuando se retire definitivamente, tocará establecerse en nuestra región porque Susana tiene claro que siempre se imaginó jubilándose «en una casina en Somiedo». Allí encontrará esa paz y esa asturianí que, durante tantos años, lleva echando de menos desde Irlanda.
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