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«Al acabar de estudiar Magisterio de Educación Infantil, me propuse sacarme el título de inglés y suspendí el 'speaking' dos veces», recuerda ahora, entre risas, Eva González Alonso (Gijón, 1997). Lo cuenta desde Dublín, una ciudad en la que lleva asentada cuatro años porque, ... al ver que no aprobaba aquel examen, decidió que «de alguna manera tenía que aprender el idioma». Con esas, envió a varias empresas dublinesas su currículum un domingo «y el lunes ya me habían llamado de varias, así que a las dos semanas ya estaba aquí trabajando», explica.
Al principio, no saber el idioma le hacía sentir vergüenza, pero rápidamente se dio cuenta de que «los niños no te van a juzgar, así que al final te sueltas», confiesa. Y, aunque nunca se haya vuelto a presentar a aquel dichoso 'speaking', «yo creo que ahora lo aprobaría», bromea.
Seguro que lo conseguiría, porque Eva ha encontrado en Dublín su segunda casa. «Aquí hay mucha gente joven y eso contrasta con Gijón, que tiene una población muy mayor», explica. «Me siento más a gusto ya en Irlanda que en Asturias», prosigue, antes de enumerar las bondades que le sorprendieron de la ciudad. «Hay muchos pubs irlandeses, que es donde va todo el mundo y que tienen música en directo todos los días».
Y no se queda ahí el ambiente, ya que, por esos lares, «hay mucha vida nocturna, porque los irlandeses beben de lunes a domingo», se ríe. Deben tener que ahorrar bastante para conseguirlo, porque «el alcohol es muy caro. Una copa son 12,50 y una cerveza, siete euros», apunta.
Aunque a ella le dan igual esos precios, porque se compensan con las buenas maneras del país:«Los irlandeses son muy agradables y te ayudan con lo que sea». Estar tan a gusto puede parecer muy positivo, pero a Eva le asusta un poco. «Tengo pensado mudarme a Australia el próximo curso porque tengo miedo de que, estando tan bien aquí, acabe por estancarme», explica, y lo aclara: «No quiero establecerme en Irlanda para siempre porque algún día me gustaría volver a España para estar con la familia y los amigos y disfrutar de la gastronomía, así que me apetece salir de mi zona de confort».
Tendrá que hacer unos cuantos papeles estos meses para poder ejercer como maestra tan lejos de esta Asturias a la que algún día volverá, pero está convencida de que hizo bien dejándola. «Yo le diría a todos los estudiantes de Magisterio que no sepan qué hacer o que no quieran preparar oposiciones que se vengan aquí porque hay muchísimo trabajo y te van a dar la oportunidad», asegura. «Aunque no sepas hablar inglés, te permiten empezar de cero», añade, convencida de que esta experiencia también la ha enseñado «a vivir sola». Por eso, aunque a menudo coge aviones para estar con los suyos, en estos cuatro años, Eva ha aprendido a volar.
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