«Aquí no se discrimina: si vales, vales»

Supo pronto que el Reino Unido era un lugar que le ofrecería oportunidades que Asturias le negaba. Para empezar, porque si el mundo entero es el destino y el viaje, el modo de vida, Londres es un perfecto cuartel general. «La oferta es inmensa y los billetes de avión siguen teniendo buen precio», explica. Y, además, encontrar empleo en Gran Bretaña no es problema: «Siempre se ha dicho que aquí el que no trabaja es porque no quiere. Aprendiendo el idioma y con ganas de esforzarse, se puede conseguir lo que se quiera y rápido». afirma. No es complicado cambiar de oficio, reinventarse: «Puedes apuntarte a cientos de cursillos que te ayudan a iniciar tu nueva vocación y no hay discriminación por edad. Mi compañía acaba de contratar a unas cuantas personas que han pasado ya la barrera de los 60. Tampoco hay discriminación por sexo, religión o nacionalidad. Si vales, vales». La conclusión es obvia: «La tranquilidad de saber que nunca te va a faltar trabajo no tiene precio».

Dicho todo esto, siempre hay contras en toda experiencia. Uno de ellos es que el subsidio de paro es escaso, 345 euros al mes, y las pensiones tampoco son ninguna maravilla. «Habiendo cotizado lo máximo se alcanzan actualmente unos 800 euros al mes», afirma. Pero es que además la vida no es precisamente barata. Cierto es, además, que pese a los buenos sueldos y condiciones, en los últimos años se ha producido una precarización. Y luego está el asunto del Brexit, que tampoco está ayudando a la economía. Ella no pudo votar porque no tenía entonces pasaporte británico. «Nunca pensé necesitarlo estando dentro de la Unión Europea. Ahora lo estoy tramitando pero no lo ponen fácil. Es muchísimo papeleo», afirma. Su opinión es crítica respecto a la salida de la UE: «Se quería recuperar el control y poner freno a la inmigración masiva. Pues sí, se consiguió: los europeos ya no vienen y muchos de los que estaban se volvieron a sus países», apunta. Eso significa que hay más trabajo para los que decidieron quedarse. Un déficit laboral que pagan todos. Luego llegó la pandemia, la crisis... «Todo unido a la mayor inflación en los últimos 40 años hace que el descontento sea palpable».

Le quedan unos años para jubilarse y el plan de vuelta a casa está trazado. «En cuanto termine hago las maletas, y para Asturias. No tengo duda. Aparte de estar ya todo visto y hecho, no quiero jubilarme aquí, este país no es bueno para la tercera edad».

La tecnología y los vuelos directos han reducido las distancias, aunque la añoranza de la familia sigue ahí. Pero aunque le falten un culín de sidra, un plato de fabes y la playa de San Lorenzo, la experiencia vale la pena: «Estar influenciada por esta mezcla de culturas ha aportado mucho a mi crecimiento personal». Estimula la mente y además aporta amistades multinacionales y maneras diferentes de mirar, ver y hacer. «Debería de ser obligatorio para todo el mundo salir y buscarse la vida en el extranjero un par de años», concluye esta mujer orgullosa de su país y que lamenta que Asturias no sea tan conocida como el resto de España. Y eso que el Camino de Santiago está ayudando a situarnos: «Es increíble la de ingleses que nunca han pisado Asturias pero que saben que está ahí gracias al Camino», concluye.