ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 29 de mayo 2022, 02:00
Nunca es demasiado tarde para probar cosas nuevas y, si no, que se lo digan a Covadonga Fernández (Gijón, 1982), quien, después de muchos años como profesora de Primaria en Asturias, decidió unirse al programa de Profesorado Visitante en Estados Unidos y probar suerte como ... docente en Dallas. Para irse hasta allí, primero tuvo que pasar unas cuantas pruebas y, una vez superadas, hacer el petate (el suyo y el de toda su familia) y poner rumbo a la ciudad texana, para empezar una vida nueva. «Vine en julio del año pasado con mi marido y mis dos hijas, de ocho y diez años». Y allí, a los cuatro, les tocó adaptarse a un sistema educativo que es «totalmente diferente», según asegura.
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«A los profesores se nos exige muchísimo. Nos evalúan y podemos ir subiendo de nivel, incluso podría ir aumentando nuestro sueldo», cuenta. No es lo único que cambia a uno y otro lado del charco, porque también llama la atención el tiempo que se pasan estudiantes y maestros dentro del aula. «El horario que tenemos es radicalmente distinto. Aquí entramos a las siete y media de la mañana y estamos hasta las tres», señala, al tiempo que reconoce: «Los madrugones es lo que peor llevamos».
Otra de las diferencias que Covadonga ha encontrado es el apoyo que existe para «los niños que despuntan», con muchas escuelas «especializadas en ciencias, tecnología, arte y diseño...».
A nivel académico, también hay diferencias, pero es más fácil acostumbrarse a ellas. «Los contenidos se centran en matemáticas y en lengua», indica, confesando que tienen una ventaja: en los colegios cuentan con un 'coach' que ayuda a los profesores ante cualquier dificultad. «Hacerse al sistema cuesta, pero ellos te orientan para dar las clases», explica. Además, si hay algo con lo que está satisfecha, es con el «enorme compañerismo» que hay. «Eso sí: las niñas, al regresar a España, tendrán que volver a acostumbrarse a algunas cosas, porque aquí, por ejemplo, hacen las divisiones al revés», apunta.
Detalles menores, porque lo realmente importante son las experiencias que les está regalando su vida en Estados Unidos. «Estamos aprovechando para visitar muchísimos sitios. Estuvimos en Houston, visitamos la NASA, la costa de Texas, Luisiana, Nueva Orleans, Oklahoma, Las Vegas, Utah, el Gran Cañón... Ahora nos vamos a ir a San Francisco y, en Navidad, estuvimos en la playa en Florida», enumera.
Escuchar a Covadonga da cierta envidia, excepto por las temperaturas que alcanzan allí estos meses. «En mayo empiezan a subir y nos podemos plantar en los 36 grados, pero lo peor viene en julio y en agosto. Además, empezamos el curso a principios de agosto. Eso sí: acabamos las clases en mayo. Esta misma semana, comenzamos las vacaciones», celebra.
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Y eso que la mayor parte de su vida social en Dallas se la regala, precisamente, el cole. «Cuando invitan a las niñas a un cumpleaños, invitan a la familia. No es como en España, que dejas a los hijos y te vas. Es de película».
En cuanto al nivel de vida, admite que «un alquiler es carísimo y hacer la compra, también. Pero los salarios, en general, son muy altos». Haciendo balance, está «encantada» de haberse embarcado en este proyecto familiar. Aunque eche en falta «tener la playa cerca». Y se entiende su nostalgia solo con imaginar el calor que están pasando.
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