Santiago Álvarez y Leticia Marcos, con sus hijos, Clara y Luis. E. C.
Asturianos en la diáspora

«Aquí hay cultura de la productividad»

Santiago Álvarez emigró en agosto de 2020 con su mujer y sus dos hijos a Cork y trabaja como analista en Amazon

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Domingo, 21 de noviembre 2021, 01:19

Santiago Álvarez (Gijón, 1976, pero criado en Oviedo) y Leticia Marcos (Mieres, 1977) no son el prototipo de emigrantes. Casados desde 2008, con dos hijos, Luis, de 11 años y Clara, de ocho, un buen día decidieron cambiar el rumbo y la brújula apuntó a ... Irlanda. Él es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y en 2020, «cansado de hacer siempre lo mismo y con la crisis de los 40 años», decidió dejar el trabajo y «lanzarme a la aventura»; ella, directora administrativa en Gijón, hizo lo propio.

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La idea de salir de España ya le rondaba tiempo atrás, y después de estudiar opciones, Cork, en Irlanda, fue el lugar elegido. En mayo de 2020 hizo un sondeo y en agosto consiguió un puesto de analista de crédito pasando las entrevistas 'online' desde España. Y, una vez allí, consiguió un puesto de 'senior risk analyst' en Amazon. Su mujer y sus dos hijos se fueron dos meses después. Ella trabaja en un puesto administrativo financiero.

Irlanda está cerca, hay ferry a Bilbao, vuelos a Santander, de modo que es fácil regresar a Asturias. «El clima es parecido, más frío, el irlandés es muy amable y hay muchas oportunidades laborales en el plano financiero y en otros campos», anota como razones fundamentales, a las que se suma que Cork es un lugar pequeño y sin estrés.

El mundo laboral, y esa es una gran ventaja, es otro: «Aquí se trabaja de otra manera, yo tengo 45 años, en España con esa edad llegas a un techo, ya eres mayor para cambiar, se piensa en la prejubilación o en hacer lo menos posible. Aquí con 20 años de experiencia y un 'degree' te llama todo el mundo, me cogen el currículum por linkedin y me quieren fichar, te sientes como un futbolista. Se trabaja de 9 a 5, si tienes que hacer horas extras te las pagan, allí estamos horas y horas improductivas solo porque el jefe se queda más tiempo, aquí hay cultura de la productividad, se intentan solucionar los problemas, no buscar culpables», resume.

Le gusta ese cambio de mentalidad, pero le cuesta adaptarse al horario y la oscuridad y no niega que las añoranzas son múltiples, empezando por la comida y siguiendo por la familia y los amigos. Claro que con las videollamadas y las vacaciones se aplacan las penas. Y hay muchas alegrías: «La educación es buena, mis hijos ya iban a colegio inglés en Asturias con lo que ya tenían este sistema, aquí se memoriza menos, menos deberes, pero van a empezar con un tercer idioma en breve, francés, aparte de inglés, español y algo de irlandés. Para mí los idiomas son el futuro», afirma.

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Ahora mismo ni se le pasa por la cabeza volver: «Vivimos un poco engañados allí, hay cosas maravillosas, el paisaje, la gente, pero a nivel económico estamos muy atrasados y no veo que vayamos a mejor, todo lo contrario, hay más distancia con otros países y cuando sales lo notas mucho, la mentalidad es totalmente distinta», concluye. Es muy crítico Santiago. Su mirada sobre Asturias no es en absoluto complaciente: «El trabajo no puede ser un privilegio, los políticos deben estar al servicio de los ciudadanos y no al revés, y la crispación que eso conlleva, en otros países la gente está feliz», dice, y concluye que existe una falta de ilusión total. «Es una pena porque los asturianos somos muy competitivos, muy emprendedores, pero estamos mermados por la mala gestión».

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