«La cultura mexicana es muy amigable»

Lo de Antonio Aguirregomezcorta (Gijón, 26 años) con México fue un flechazo. Tanto que hace poco más de cuatro años que vive allí y la previsión es seguir. «El último año de carrera me fui a Florida y como tenía familia asturiana que había emigrado aquí, me vine de visita y me enamoré de México, la cultura, de las oportunidades, del clima, del ambiente, de la ciudad y del país, así que pensé 'tan pronto me gradúe me vengo'». Y eso hizo. Había estudiado Ingeniería Electrónica en la Universidad de Oviedo, había estado un año en Alemania y el último en EE UU. México estaba muy cerca y allá se fue para trabajar primero en una consultoría y después en su actual empresa, una especie de Amazon latinoamericano. «Es una empresa argentina, lo que hago es llevar todas las negociaciones con los bancos», relata.

No le fue difícil encontrar empleo. «Yo llegué sin trabajo y sí es verdad que hay muchas oportunidades, es un país grande, con 110 millones de personas, y con grandes mercados cerca», asegura. Y anota que el talento de los españoles, su formación y su capacidad de trabajo son muy apreciados. Además, la comunidad española siempre está atenta: «Cuando yo llegué tenía a mis primos, y siempre hay alguien que te pone en contacto con alguien, no es como la época de nuestros abuelos, no es tan gueto, pero sí que nos juntamos muchísimo y los asturianos nos apoyamos».

Pero es que además los mexicanos se hacen querer. «La cultura mexicana es muy amigable, son tan agradables, tan cercanos», que ni se le pasa por la cabeza marcharse. Y eso que el plan inicial era quedarse cuatro años como máximo. «Pero estoy en mi mejor momento, con novia y con un buen trabajo». En las Navidades se viene para España y tiene una misión que cumplir: «Me llevo a mi novia a ver si pasa la prueba de fuego de mi abuela».

El trabajo importa, pero más la vida. «Está interesante la chamba, como dicen aquí», bromea Antonio, que vive en la zona de la Condesa en Ciudad de México y no siente que la ciudad sea tan peligrosa como la pintan: «Tiene más mala fama de lo que realmente es, si vives tranquilo y sin ostentaciones no hay problema».

Y él vive en un país «increíble» que ofrece selva y playa y una comida riquísima. Al principio le costaba más el picante, ahora es fan. Eso sí, el pack de fabada no falta nunca en el vuelo a México. Porque la añoranza no tapa en absoluto la realidad incuestionable: «Echas de menos la parte personal de identidad, pero en cuanto al empleo, si quieres volver sabes que tienes que renunciar a oportunidades». Él se queda. Aunque le tientan también otros destinos. «No me importaría pasar un tiempo en Brasil o en Argentina».

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