«Copenhague en verano es otra ciudad»

Con el título de Pedagogía resplandeciente bajo el brazo, Marta Pastur (Oviedo, 1996) hizo las maletas y puso rumbo a Copenhague en el año 2018. Tenía muchas ganas de trabajar en el extranjero y, después de su experiencia en el Erasmus, consideraba que la capital danesa era el destino perfecto para ella. «Me gustaba porque es una ciudad tranquila, pero con muchas oportunidades». Tanto es así que su aventura empezó con unas prácticas «en un colegio internacional», donde fue encontrando su propio hueco en la enseñanza.

«Al estar en contacto con los niños, me di cuenta de que había muchas familias mixtas, en las que uno de los dos padres era español o latino» y demandaban «cuidadores y amigos que supieran castellano» para que sus hijos manejaran la lengua. «Vi la necesidad de crear un espacio para enseñar español con una pedagogía y una estructura detrás», explica Marta y recuerda que «al principio iba por las casas hasta que por fin nació Pollitos».

En esta academia, además de su fundadora, están tres profesoras y una logopeda y todas ellas basan el aprendizaje «en el juego». «En la educación danesa ponen el foco en aprender jugando y nosotros mezclamos lo que nos gusta de aquí y lo que nos gusta de España». Lo mejor de cada lugar se da la mano en este proyecto que consigue que «los peques relacionen el hablar español con una experiencia positiva». Eso es muy necesario para que los niños vean «que no solo mamá o papá son los extraños que hablan en español, sino que hay una comunidad entera que lo hace», indica.

Y estar todo el rato en contacto con los críos, hizo que Marta descubriera la literatura infantil y acabara por lanzarse ella misma a publicar un cuento, 'Victoria sin cuerno'. «Siempre me gustó escribir y, en ese relato, estuve inspirada por mi hermana pequeña, que tiene síndrome de Down». Ella le dio el argumento para esta historia que fija la vista en la discapacidad. «Me parecía interesante enseñar a los niños que todos somos diferentes. Nosotros, en Pollitos, leemos muchos cuentos y veía que todos los que hablaban de personas que eran distintas tenían una mirada pesimista sobre estas personas», así que Marta se lanzó a hacer realidad una historia «más alegre e inclusiva».

Todo sea con tal de sacar a la luz unas situaciones que se repiten por toda la geografía, también en Dinamarca, un país en el que la vida es «bastante tranquila». Y eso que, durante la temporada estival, las ganas de vida callejera aumentan considerablemente. «Ahora que es verano, que tenemos muchas horas de luz y que sube la temperatura, el ambiente está muy animado, parece otra ciudad», se ríe. Durante estos meses de alegría, casi nadie se acuerda de «los duros inviernos, en los que hay muchas horas de oscuridad». Pese a esa incomodidad, Pastur se entiende bien con la nación porque «ofrece muchas opciones de ocio y te permite llevar una vida sana. Todo el mundo va en bicicleta y tienen una buena alimentación».

No se puede decir lo mismo de todos los rincones del mundo, por eso Marta, cuando piensa en el futuro, se imagina en el mismo lugar donde está ahora. «De momento estoy muy contenta aquí. Pollitos y toda su capacidad de crecimiento me anclan a este país porque vemos que el trabajo que hacemos repercute mucho en los hispanohablantes y esa es una motivación bastante grande».

Tan inmensa es que, ahora mismo, la ovetense está intentando abrir «una guardería de cero a seis años en español porque hasta ahora no se podía hacer en nuestro idioma», cuenta. «El año pasado hicimos una propuesta en el parlamento para que incluyesen el castellano en la ley educativa y ese es nuestro gran proyecto ahora». Pese a esa ilusión, Marta tiene claro que algún día volverá «a Asturias» a seguir defendiendo la pedagogía.

• Temas
• Asturianos en la diáspora