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La vida de Álvaro Ibaseta (Gijón, 1989) está llena de giros inesperados. Estudió Ingeniería Aeronáutica en Inglaterra y después cruzó el charco hasta alcanzar Estados Unidos, donde empezó a hacer «un doctorado en Stanford, una de las mejores universidades del mundo», pero –azares del destino– acabó interesándose «por la cirugía ortopédica», se lio la manta a la cabeza, se puso a estudiar Medicina «y diez años después aquí estoy, en Cleveland Clinic, acabando la residencia en traumatología».
Este gijonés reconoce que, si en el pasado le hubieran contado este presente, no se lo hubiera creído. «En su momento tuve dudas, pero la mayor parte de la gente que estudia Aeronáutica acaba trabajando como programador o en finanzas, que es estar delante de un ordenador, y a mí me apetecía explorar otras cosas». Se puso a buscar por los recovecos de la salud y dio con la traumatología, que es «una interesección entre la ingeniería, la física y un factor más humano».
Para él, lo tiene todo esa especialidad que le está haciendo descubrir un sistema de salud «muy distinto» al español. «En EE UU la residencia es una parte fundamental de la maquinaria y dependen de los residentes para operar», explica. «Un cirujano aquí en Cleveland hace ocho o diez casos al día, tiene dos o tres quirófanos consecutivos y tiene a un residente operando a tope, con mucho personal de apoyo que se dedica a ayudar al manejo de los pacientes, y eso en España no existe».
Por esos lares, apuestan por ser siempre «muy eficientes» y además a Ibaseta le interesa especialmente «la figura del médico académico», apunta. «En su trabajo, además de cirugía, hay investigación y docencia. Si lo buscas, puedes tener un día a la semana dedicado exclusivamente a la educación o investigación», indica.
Le gustaría al gijonés alcanzar ese puesto que permite ser, académicamente, «profesor de la universidad» y, en el plano quirúrgico, dedicarse solo a «prótesis de cadera y de rodilla», algo muy difícil de conseguir en España. «A los traumatólogos de nuestro país se les exige hasta muy mayores hacer un poco de todo».
Ibaseta prefiere especializarse y seguir adelante con su vida en Cleveland, «una ciudad mediana, algo más grande que Gijón, pero que resulta pequeña para lo que es Estados Unidos, así que se vive muy bien». Reconoce que por allí no tienes «un bar de barrio para tomar algo después del trabajo» ni la costumbre de «salir por semana», pero igualmente hay una buena calidad de vida, aunque «es verdad que hacen menos comunidad, aquí cada uno vive con su chalecito y su coche, pero está genial».
Por eso mismo, a la hora de plantearse el futuro, Álvaro Ibaseta no se imagina regresando a Asturias a corto plazo. «Tengo mucho interés en la figura del cirujano académico, tengo interés en hacer investigación y tengo ganas de tener una práctica eficiente y moderna», confiesa. «Tal y como están las cosas en España, eso es difícil. La pública está lejos de eso», se lamenta este médico que quizá algún día, cuando tenga más experiencia, regrese, pero solo «si hay posibilidades de formar parte de algún proyecto» que esté a la altura de sus ilusiones.
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