M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 18 de abril 2021, 01:15
Bernardo Rodríguez Martín (Villaviciosa, 1988) se formó como biólogo en la Universidad de Oviedo, pero durante su último curso empezó a advertir que la biología cada vez estaba más centrada en el análisis informático de datos, desde genomas a secuencias de RNA o proteínas, ... de modo que se mudó a Barcelona para hacer un máster en bioinformática, de ahí se fue a Santiago de Compostela para hacer un doctorado sobre el genoma del cáncer y en 2020, a Alemania, donde hoy investiga en el grupo del Jan Korbel, perteneciente al Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) en Heidelberg.
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Conoce España y Alemania y sabe que hay diferencias notables para los científicos: «Creo que fui un privilegiado, ya que siempre estuve en España en laboratorios con recursos, por lo que no hay grandes diferencias, pero no creo que esa sea la realidad. Para el desarrollo de investigación al más alto nivel, además de financiación, se requiere de un ecosistema que sirva de catalizador. Esto incluye infraestructuras como hospitales para la recolección de muestras, animalarios para experimentación con organismos modelo, recursos informáticos para el almacenamiento y análisis de datos, pero también de investigadores jóvenes y sénior con alto nivel de formación. Desafortunadamente, en España la inversión en ciencia se encuentra muy polarizada hacia unas pocas ciudades que sí cuentan con todos estos recursos».
Hay más diferencias. La primera, el reconocimiento a los investigadores que en España no existe. «Los salarios no son acordes a su talento y formación. Tampoco sus oportunidades de futuro. Por ejemplo, el salario de un investigador predoctoral en mi centro de investigación es en torno al doble que en España. Esto convierte a la profesión en puramente vocacional y aleja a ciertos perfiles cada vez más necesarios en la investigación biomédica, como los informáticos e ingenieros, ya que los salarios en la empresa privada son más altos».
Aún tiene tres años por delante en Alemania. «Cuando llegue el momento, tomaré la decisión. Probablemente, solo volveré si es con la posibilidad de realizar investigación puntera y bajo unas buenas condiciones laborales, similares a las que tengo aquí». Tiene a la familia enviándole cachopos, queso Cabrales y jamón serrano y hasta ha viajado en coche con táperes de pitu caleya y cajas de sidra, así que las nostalgias culinarias se aplacan, pero, por mucho que haga piragüismo en el Neckar, un afluente del Rhin, «no se puede comparar con la ría de Villaviciosa».
Hay vida más allá de la ciencia. Y las experiencias fuera siempre enriquecen. «Diría que los alemanes tienden a ser organizados y con una única manera de hacer las cosas. Algo que al principio me chocó es que no tienen problema en corregir a alguien cuando hace algo mal, incluso aunque sea un desconocido que va caminando por el carril bici o tira la basura en el contenedor incorrecto. Creo que lo sienten como un deber».
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Vive la pandemia teletrabajando y confiando en la ciencia. «Asumo que la vacunación masiva de la población será la clave para salir de esta crisis como ya sucedió anteriormente. No entiendo cómo a día de hoy se puede dudar de su eficacia».
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