La añoranza está siempre ahí, inasequible al desaliento. Paula Costales Vigil (Gijón, 44 años) hace poco que hizo el petate de la emigración, pero siempre tiene en la cabeza volver. Su casa es Asturias por mucho que la tozuda realidad se empeñe en mostrarle que ... en Gran Bretaña la vida es mejor en su mundo. Bióloga por la Universidad de Oviedo, se doctoró en Barcelona en el CSIC en biomedicina y tuvo la fortuna de encontrar trabajo en Asturias después. Fue en una 'start up' de biotecnología vinculada a la Universidad de Oviedo en la que hacían fármacos antitumorales. Estuvo once años allí, trabajando en un ambiente casi familiar, pero al final aquel poco habitual proyecto en nuestro país acabó naufragando. «En España conseguir financiación para biotecnología es muy complicado, en 2021 terminó la inversión privada con la que contábamos y al no encontrar nueva financiación, tristemente hubo que echar la persiana».
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En 2021 tocó irse y Gran Bretaña fue el destino, en concreto Cambridge, un lugar en el que la industria farmacéutica y la biotecnológica ocupan un lugar preeminente. Tanto es así que Paula incluso detectó que con solo cambiar su ubicación geográfica en Linkedin, es decir, Cambridge por Asturias, comenzaron a surgirle más trabajos. Su mundo está ahora en una empresa farmacéutica pequeña que trabaja en dos fármacos oncológicos que están ya en fase clínica. «Estoy asustada con la cantidad de dinero que hay, las posibilidades de trabajo, aquí la gente cambia de empleo cada dos por tres», afirma. Y, como buena mujer de ciencias, da un dato que puede que hasta se quede corto: «Aquí hay cien veces más financiación, la diferencia es bestial, allí estábamos haciendo ciencia de calidad con un palo», remata.
Dicho lo dicho, la conclusión es clara: «Me da pena la situación de la investigación en Asturias y en España en general, no termina de arrancar por falta del suficiente apoyo». Y eso que –sostiene– los investigadores españoles están muy bien formados y muy bien valorados. «Según mi experiencia, los científicos españoles somos muy resolutivos, creativos y flexibles a la hora de trabajar», asegura.
Ella se siente bien ubicada y contenta en una ciudad pequeña, pero entretenida, llena de extranjeros y de vida. «La gente es muy abierta y dispuesta a ayudarte», dice Paula, que sabe que no es lo mismo emigrar con cuarenta años que con veinte. También sabe que el aprendizaje del inglés nunca termina, igual que no se aplaca la pena de saber lejos a la familia, los amigos y a esa forma de vivir tan nuestra, por mucho que esté feliz. «Esta es una ciudad súper acogedora, tienes Londres a una hora, hay muchísima gente de fuera, estudiantes, trabajadores y muchos bares, restaurantes internacionales, yo lo veo como un pueblín»
No llegó Paula a Gran Bretaña en el mejor momento. Le ha tocado lidiar con todos los inconvenientes del Brexit, que le exigía una visa de trabajo esponsorizada por la empresa que ahora ha de ser renovada dos años más. Le tocó ver los lineales de los supermercados vacíos y todas las consecuencias de la salida de la UE. «Antes hasta hacía fotos en los supermercados, había carteles por todas partes buscando personal», resume.
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Emigrar es, en todo caso, una experiencia que merece la pena ser vivida, pese a los múltiples inconvenientes: «Conocí a tanta gente de tantos sitios, que tengo la sensación de que todos los días aprendo algo nuevo». Pero cada uno es quien es y viene de donde viene: «Yo echo de menos Asturias todos los días, esa forma de engarrarnos discutiendo de política, de hablar», afirma. Por eso volver siempre es la mejor opción, siempre ha de estar en la cabeza para seguir adelante. Su viaje lo entiende como temporal. «También es verdad que ahora todo es muy raro, porque no terminas de ser emigrante, yo el fin de semana pasado estaba con mi familia y en La Casina bebiendo sidra, al tenerlo tan cerca no acabas de estar ni en un sitio ni el otro», resume.
Pero cada vez que llega el aeropuerto de Asturias se siente en casa. Le pasaba cuando vivía en Barcelona y le sigue pasando ahora. Los olores, la comida, los gritos, las alegrías, los recuerdos están aquí.
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