![«China crece a una velocidad increíble»](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2023/06/11/ul.jpg)
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«Yo llegué a China de rebote», promete, entre risas, Carlos Arias (Oviedo, 1985). Un amigo suyo estaba trabajando allí, le propuso que se uniera a la aventura y aquello fue dicho y hecho. A los veinte días, este asturiano hizo una entrevista de trabajo por Skype y, un par de semanas después, ya estaba instalado en Cantón.
«Trabajo desde entonces en la misma empresa y me dedico al diseño de interiores», cuenta, feliz de lo bien que le acogieron sus jefes. «Los primeros días es muy complicado moverse por aquí y me ayudaron mucho». Esa amabilidad es la culpable de que siga en el mismo empleo ocho años después. «En China, estar en el mismo trabajo más de tres años es rarísimo, pero para mí son casi familia. Yo estoy muy lejos de casa y no quiero complicarme la vida con cosas que quizá no merezcan la pena».
Bastante tiene con aguantarle el ritmo a ese país, «que crece a una velocidad increíble», asegura. «Aquí, por ejemplo, yo no llevo cartera ni toco dinero. En las tiendas, pago con reconocimiento facial», explica, al tiempo que asegura que «el nivel de vida es muy alto. Todo lo que ves por la calle son coches de alta gama y los restaurantes son muy, muy caros».
Además, según explica Carlos, allí no existe la clase baja tal y como nosotros la entendemos. Simplemente, hay formas de vida muy diferentes, de las que poco sabemos en nuestro país, porque este ovetense tiene claro que, durante la pandemia, «muchas de las noticias que se contaban en España no eran verdad».
Él recuerda, por ejemplo, que se hablaba de problemas de abastecimiento, «y yo nunca tuve ningún inconveniente para comprar nada», señala. «También se hablaba de cierres en ciudades y no era verdad. Se cerraba algún distrito, pero es que un distrito de aquí es del tamaño de Oviedo o de Gijón», prosigue. «Las cosas en China son muy diferentes, pero yo nunca me sentí agobiado. Seguí haciendo vida normal e incluso creo que la mascarilla nos la quitaron antes que en España». Y, precisamente, hasta España vendrá Carlos este verano, después de cuatro años sin pisar nuestro país.
«Tengo muchas ganas», apunta. Y eso, a pesar de que asume que la tierra que lo vio nacer, para él, solo es un lugar de visita. «Mi vida está en China y es verdad que, por culpa del covid, pasamos unos años duros, pero ahora estamos despegando otra vez y yo me siento muy afortunado con los clientes que manejo y las cosas que puedo hacer, así que no me veo marchándome».
Allí Carlos Arias encontró su lugar en el mundo y también el amor, porque conoció a Laura, una mujer colombiana con la que se casó en el Consulado de España y con la que está recorriendo un país que tienen claro que «es una maravilla» y que aún está por descubrir porque se les presenta lleno de rincones fabulosos.
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