M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 16 de enero 2022, 01:45
Manuel Alonso (Oviedo, 1979) llegó en otoño de 2007 a Gran Bretaña con ese afán tan común de mejorar el nivel de inglés y cambiar de aires. Pero ahí sigue, un 'Brexit' mediante, ejerciendo como profesor de Educación Especial y Música. «La primera parada fue ... York,. Ya que habíamos visto a mucha gente marchar a la aventura londinense con 1.000 o 3.000 euros en el bolso y volver al mes diciendo lo caro y difícil que era todo, decidimos contratar los servicios de una academia de Inglés/agencia de empleo que nos encontró trabajo fregando platos, lo que se llama 'kitchen porters', en un hotel de York», relata. Porque, además, en aquel momento en Londres no se hacían contrataciones si no era in situ porque tenían mucho personal donde escoger. No se arrepiente de haberlo hecho así: «Llegas con trabajo, alojamiento y te ayudan a abrir una cuenta bancaria y conseguir el número de la seguridad social», resume. Pero también hay contras: «Tú quieres estudiar y vivir el ambiente y ellos quieren que trabajes doce horas diarias, pero una vez con 'el pie en la puerta' ya pudimos planear la mudanza a Londres con calma y tranquilidad», resume.
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Fueron cuatro meses el tiempo que les llevó llegar a la capital británica. «En Londres, con el título de Magisterio, fue fácil registrarse en agencias y conseguir trabajo de asistente [teacher assistant] y de ahí en poco tiempo pasar a profesor», relata. Pese a que está especializado en Música, en Gran Bretaña lo primero que le ofrecieron fue Educación Especial, quizá porque el asunto del idioma importa menos. «Como les pasó a muchos compañeros de promoción que también acabaron aquí, nos quedamos en la especialidad y nos enganchamos de por vida», resume.
Los modelos español y británico de enseñanza son distintos en muchos aspectos: «La mayor diferencia entre el sistema educativo inglés y el español sería la ausencia de la figura del funcionario. No sé si a la larga es mejor o peor, pero por ahora yo no tengo queja: hay mucha demanda y prácticamente escoges dónde quieres trabajar», afirma. Y para muestra, un botón: «He conseguido trabajar a 10 minutos a pie de mi casa, y eso es calidad de vida».
También lo es vivir en una ciudad vibrante, al menos antes de que la pandemia azotase nuestras vidas. «En mi humilde opinión, el mayor pro de vivir en Londres es la oferta que hay en lo referente a actividades y cultura. Sea lo que sea que a ti te interese, aquí lo hay», afirma.
Pese a que todo le va bien, que en Londres está su vida, no niega la evidencia: «El 'Brexit' fue una decepción muy grande, y ahora se están sintiendo los efectos», dice. Añade que faltan transportistas, personal sanitario, profesores, personal de obra y camareros. «Pero es como en todas partes, los que votan en un sentido o en otro se autoconvencen de tener razón», lamenta. De momento, en su caso, su único problema ha sido perder horas y horas rellenando papeles. «Estoy asentado aquí, me he casado con una inglesa y nos gusta nuestra vida en Londres», resume. Eso sí, se añoran la familia y la comida. «Pero vamos todos los veranos y no descartamos retirarnos en Asturias».
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