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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 4 de abril 2021, 18:01
Poco ha parado por Asturias Raquel Blázquez Fernández (Gijón, 1984), que al acabar el instituto se fue a estudiar a Madrid y allí vivió 14 años hasta que surgió una oportunidad en Gran Bretaña y ella y su pareja, también de Gijón, ... hicieron el petate. Cinco años y un bebé recién nacido después, tocó nueva mudanza: «El contrato postdoctoral de mi marido se terminó, surgió una oportunidad laboral en Copenhague y nos vinimos. Yo soy ilustradora infantil, por lo que los cambios de ubicación no son un obstáculo para mi desarrollo profesional».
Dice que es como los caracoles, que coge su estudio y se lo lleva a cuestas. Pero los caracoles no tienen que lidiar con llaves Allen. Con un bebé y sin ayudas y apoyos familiares, la llegada fue tediosa: «La mudanza fue muy dura para mí. Llegamos a una casa sin muebles, con un colchón hinchable y una cuna portátil. Sin apenas contar con nadie, a los dos días, mi marido se tuvo que ir a la oficina y yo me quedé en una casa llena de cajas de Ikea y un bebé de tres meses».
La baja maternal se alargó por la pandemia y es ahora cuando está reactivándose profesionalmente y advirtiendo cómo está la cosa. «Trabajo con editores españoles, ingleses, franceses, por lo que cambiar de país no conlleva para mí un cambio drástico», apunta, pero, eso sí, ha querido conocer el mercado local y, a bote pronto, parece tener una producción editorial reducida. Pero es un país bien comunicado y eso facilitará su participación en ferias, como la del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, en Italia, donde este año han seleccionado sus obras.
El país es pura eficacia. Y eso se agradece. «La burocracia funciona de una manera abrumadoramente eficiente. Con el CPR, que es el número de identificación personal, puedes acceder de forma telemática a cualquier gestión administrativa. Desde las recetas médicas hasta las becas y ayudas familiares. Es muy, muy útil. Por ejemplo, al solicitar la ayuda a la guardería, al tener todo sincronizado, prácticamente en menos de media hora tras solicitarla 'online', supimos si teníamos derecho a beca y la cuantía de la misma. Esta eficiencia y transparencia hacen que, si hay un error por parte de la administración, sea la propia administración la que lo subsana sin tener que andar detrás de ellos, y esto ahorra mucho tiempo y cabreos», resume. Pero hay más: «Dinamarca es el país perfecto para las familias. Es increíble. No hay lugar que no tenga un cambiador, espacio adaptado o tronas». Dicho lo dicho: «Tenemos claro que queremos vivir aquí. Es el mejor sitio para formar una familia. Y la vida, la movilidad en bicicleta, hacen que nos hayamos enamorado en poco tiempo de la ciudad».
La pandemia la viven de manera distinta a España. «Dinamarca ha establecido medidas muy restrictivas tanto en sus fronteras como en la apertura de comercios. Hasta este otoño no hemos tenido que hacer uso de mascarillas y únicamente en sitios cerrados. Por la calle no es necesario, con lo que te hace la vida un poco más fácil», explica Raquel, que sí ha echado en falta las visitas que palien esas añoranzas asturianas, muchas de ellas gastronómicas. Empezando por el pescado y terminando por fabes y queso, que siempre llenan sus maletas hasta los topes.
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