A. VILLACORTA
GIJÓN.
Sábado, 25 de enero 2020, 02:57
Con solo veintitrés años, Cecilia García Cuervo se vio «separada, con un niño de un año y una hipoteca», cuenta esta avilesina de 1977 criada en Corvera que, a pesar de su situación, hizo lo posible y lo imposible por seguir formándose y compaginando esa formación con varios empleos: grados de FP, cursos del Inem, de la Cámara de Comercio y de la Escuela de Emprendedoras de Avilés, un máster...
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Así discurría su vida hasta que, en abril de 2013, «tras dos años en el paro y sin perspectivas de cambio», voló hacia Londres con un par de maletas y la esperanza de encontrar un trabajo siguiendo los pasos de unos amigos. Un objetivo que consiguió apenas tres meses después, en los que se hospedaba en 'hostels': «En julio entré en la empresa alemana en la que sigo y, a día de hoy, después de un par de promociones, trabajo como jefa de administración de la delegación en Reino Unido de la compañía, que se dedica a instalaciones y mantenimiento de equipos en aeropuertos».
Esa fue la aventura de esta mujer a la que no se le pone nada por delante, pero que, después de casi siete años en el Reino Unido, anda inquieta por el 'Brexit': «En estos siete años he sido testigo directo de su desarrollo, desde que Cameron prometió en campaña el referéndum hasta hoy, cuando parece que finalmente se va a producir la salida de la Unión Europea».
Y, como supone que le ha sucedido a la mayoría de los extranjeros, sus sentimientos han evolucionado, transitando «de la incredulidad inicial a la preocupación. Sobre todo, ante la caída de la libra. Pensar que el año 2015 se inició con un valor de 1,45 respecto al euro y que llegó a estar en 1,09 hace solo unos meses...».
La desazón alcanza también a su pareja, a quien conoció «de la forma más común»: «Él llegó a Inglaterra desde Punjab, en India, en septiembre de 2012, unos meses antes que yo... y, hace dos años y medio, en un pub en Slough, haciendo cola en la barra, un chico se giró hacia mí y me preguntó si me podía presentar a su amigo. Le miré, dije que sí y hasta hoy».
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«Aunque ambos tenemos asegurado el derecho a permanecer aquí, la sensación que nos invade es de incertidumbre», admite Cecilia, que ha notado que «el ambiente se ha enrarecido desde las últimas elecciones hacia la comunidad extranjera» y que sabe que se enfrenta a «un año decisivo: «No descarto volver a Asturias, pero eso lo decidirán las consecuencias del 'Brexit'».
«Lo malo es que, «por desgracia, mi visión de la región es bastante pesimista. El cierre de empresas, la falta de ofertas para volar, el peaje del Huerna... no ayudan. Miras las ofertas de empleo y, aparte de que escasean, los salarios y las condiciones son irrisorios», resume.
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Aquí la espera su familia, «un apoyo constante» («sin ellos, no hubiera podido hacer este largo camino»). Sobre todo, su hijo: «Él no consiguió adaptarse a la vida aquí y es lo que más echo de menos. Y también extraño los paseos por la playa, el ambiente asturiano y, por supuesto, la comida. Aunque cocino y siempre vuelvo de vacaciones con la maleta cargada de los productos de la tierra, no es lo mismo».
«Y el mejor ejemplo de lo que tira la tierra es que, pese a que Inglaterra es un país que me encanta y de que Londres me parece una de las mejores ciudades del mundo, por la que sentí amor a primera vista, siempre me he considerado de pueblo y me sobra la gente, así que me he ido a vivir a Colnbrook, un pueblecito».
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