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M. F. ANTUÑA
gijón.
Sábado, 15 de febrero 2020, 02:36
Ama la música. Y la música la ha llevado a Portugal, a la Universidad de Évora, donde este año ha comenzado a formarse para lograr el grado de Piano Clásico. Ángeles García-Avello (Gijón, 1995) se formó en Asturias en el Conservatorio Profesional de ... Gijón, estudió también Enfermería, y el año pasado decidió hacer el petate rumbo a Portugal. «Fueron diversas razones, tenía ganas de marcharme, de conocer otros lugares, otras lenguas, y mi novio quería hacer un máster de restauración, mi primo estaba viviendo aquí, y surgió así».
El año pasado se fue a Lisboa para preparar con una profesora la prueba de acceso a la Universidad, ella le recomendó Évora y allá se fue. Por el momento Ángeles está feliz y contenta en su primer año en esta Universidad, a la que es muy complicado acceder. «Los profesores aquí están más formados, necesitan tener doctorados, dar conciertos, no solo dedicarse a la docencia, y hacer trabajos de investigación», anota sobre la institución. En su corta experiencia, una conclusión: «Yo creo que el sistema educativo aquí es más práctico, más dinámico, hay menos teoría, y los profesores son muy internacionales, los alumnos hablan inglés, muchas cosas se enseñan en inglés», resume.
Pero, en realidad, su idioma diario es el portugués, muy hermoso, musical y fácil de aprender, aunque está lleno de trampas y confusiones. «Enseguida lo aprendes y puedes soltarte a hablar, pero hay que tener cuidado con las palabras y los significados diferentes», asegura. Ejemplo: una borracha es una goma de borrar.
No tiene queja en absoluto de sus nuevos vecinos. «Son gente muy educada y muy amable, siempre que te pueden ayudar te ayudan», afirma. Solo le ve una contra a la experiencia y es que Évora a veces se le queda pequeño. Pero sobra ambiente estudiantil: «Hay muchos universitarios, en cuanto acaban las clases la ciudad se vacía», afirma, y relata cómo en la Universidad se pasa las horas, que como su piano está en Gijón no le queda otra que acudir a las aulas para poder avanzar en su formación. No le pesa, porque además entre las ocho de la mañana y las doce de la noche las instalaciones están disponibles.
Con una cultura musical muy similar a la española, Ángeles añora a la familia, a los amigos y, por supuesto, la comida. Lamenta que el trayecto hasta Évora no sea fácil -ocho horas por carretera en coche es la mejor opción- pero allí tiene previsto quedarse este año y otros dos más. Lo que pasará después no se sabe. No tiene claro adónde ha de mirar: «No sé por dónde me llevará la vida, es una incógnita, mi vida está llena de ellas», afirma. Y añade después que le tienta la idea de poder en el futuro hacer un doctorado y adentrarse en el mundo de la investigación en temas relacionados con la interpretación y la creación musical.
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