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El fútbol está haciendo que Aníbal González (La Pereda, Llanes, 1989) acumule a sus espaldas historias desperdigadas por diversos rincones del mundo. Con la juventud en la maleta, él dejó su Asturias natal para estudiar Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y, con ... la carrera concluida, le tocó labrarse su camino muy lejos de esa aldea que le dio la vida, a los pies del Cuera. «Estudié en Pontevedra, pero después estuve en Brasil, en Portugal y en Madrid», enumera.
Aquello solo fue el pistoletazo de salida porque, en 2015, se estableció en México, donde aún permanece. «Ahora estoy en Aguascalientes, en el Club Necaxa», explica. Una ciudad que, dice, es «pequeña y tranquila», y eso que tiene un millón de habitantes. «Bajas un nivel de estrés con respecto a Ciudad de México. Es un sitio cómodo para el día a día», cuenta. Tan sereno es este lugar que «de ocio no hay muchas opciones: se reduce a restaurantes, bares y a salir por el centro histórico de la ciudad, que está bastante bien». Aunque, por allí, es habitual «ir a pasar el día a uno de los pueblos mágicos que hay por la zona».
Igualmente, él tampoco tiene mucho tiempo libre para hacer ese tipo de planes porque «entro al club a las ocho de la mañana y no salgo hasta las siete o las ocho de la tarde», afirma. «Tengo entrenamientos, análisis de rendimiento, preparación de partidos y, dependiendo de la semana, tenemos viaje para jugar fuera de casa», prosigue.
Eso hace que conozca bastante bien el país. «Creo que ya estuve en todos los estados de México, aunque viajé mucho por motivos laborales y no tuve tiempo para hacer turismo». Necesitaría muchísimas horas para conocerlo todo bien, porque el país «es gigante, es casi como un continente».
Pese a ello, por esos lares, Aníbal promete que se siente «como en casa». Es comprensible porque «hay mucho descendiente de españoles y, sobre todo, de asturianos», apunta. «Es fácil encontrarte con gente que conozca Llanes y además hay muchos restaurantes españoles». Eso hace que, «aunque a mí me encante volver a Asturias, yo no noto que esté fuera». «Los mexicanos son muy amables y te integran rápido. En siete años que llevo aquí, me enamoré totalmente de este país».
Esa buena sintonía con el lugar hace que este llanisco tenga pensado pasarse allí unos cuantos años más. «Creo que estaré bastante tiempo por aquí, pero espero en algún momento regresar a Asturias y trabajar en algún equipo asturiano». Tiene claros sus sueños: «Me gustaría estar en el Oviedo o en el Sporting, es una meta que me pongo para vivir cerca de la familia y para disfrutar de mi tierra con el fútbol». Porque, por mucho que uno esté como en casa en Aguascalientes, siempre presta más que te mojen los pies las aguas de La Ballota y de Poo, las de casa.
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