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ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 26 de septiembre 2021, 02:04
Lleva poco tiempo Elvira Suárez (Gijón, 1997) en Nantes, pero ya empieza a atisbar las diferencias de esta ciudad francesa con su lugar de origen. Hasta allí se fue para terminar de estudiar un máster de Ingeniería Industrial, especializado en energía, que ya había comenzado ... el curso anterior en la Escuela Politécnica de Gijón. La experiencia está valiendo la pena porque «la universidad aquí es muy diferente», asegura. Lo notó desde el primer día en que pisó el aula y, en vez de encontrársela repleta de gente, se dio de bruces con otra forma de enseñar, en la que los estudiantes tienen más peso. «Las clases son muy pequeñas, en la mía, por ejemplo, solo somos doce», indica.
Eso hace que la experiencia sea mucho más cercana y se pierda el miedo a preguntar. «Los alumnos interactúan bastante con los profesores y participan en las clases», señala. A Elvira, eso le llama mucho la atención porque ya sabemos que, en España, lo de levantar la mano no ocurre muy a menudo. «Me parece muy distinto a lo que estamos acostumbrados aquí», apunta esta ingeniera industrial.
En los idiomas también gana la Universidad de Nantes a las españolas porque, en el país vecino, se les concede bastante más importancia. Tanta, que son imprescindibles para conseguir un título. «Es obligatorio estudiar una lengua», indica. «Los francófonos pueden elegir entre diversos idiomas como español, inglés o chino», continúa explicando. Y los extranjeros deben obligatoriamente estudiar francés, así que en esas está ella, aunque juega con ventaja porque lo llevaba aprendido de Gijón.
Tanto el francés como el inglés la están ayudando en esta experiencia, porque en ese centro de estudios hay alumnos «de unas ochenta nacionalidades diferentes», señala. Algo que cree que es un reflejo de la sociedad de Nantes. «Es una ciudad con mucha mezcla cultural, hay muchísimos extranjeros», anota. Este lugar tan cosmopolita también puede presumir de ambientazo artístico. «En esta ciudad, el arte tiene mucha importancia. A diario, hay numerosas actividades culturales», explica.
A Elvira, le gustaría volver en unos meses a Gijón para hacer las prácticas del máster, pero no oculta su deseo, al mirar más a largo plazo, de seguir recorriendo mundo.
«No me importaría estar un tiempo lejos de España». Lo dice con la memoria puesta en Philadelphia, donde vivió durante varios meses, aunque no le gustaría estar fuera para siempre. «Imagino que llegará un momento en el que querré asentarme en Asturias», aclara.
Sea donde sea, aquí, en su Gijón natal, o a unos cuantos kilómetros de casa, Elvira Suárez tiene ganas de que su carrera continúe vinculada al ámbito de la energía. Con esa ambición en mente, de momento, estudia y disfruta de su vida a la francesa. Que no es poco.
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