ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 9 de octubre 2022, 01:12
Alemania le rompió los esquemas a Gracia Allen (Gijón, 1997). Ella siempre había creído que era un país «frío y serio», pero al llegar allí -hace siete meses- se esfumaron todos esos prejuicios. «Cuando tratas con ellos, te das cuenta de que es una sociedad ... muy abierta. Yo creo que influye que quieren mucho a los españoles, les interesa nuestra cultura y nuestra gastronomía y eso ayuda a que quieran acercarse a hablar contigo», explica.
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Al llegar allí, esta joven gijonesa se marcó un objetivo firme: no hacer amigos hispanohablantes y, de momento, lo está consiguiendo. «Eso acaba siendo un obstáculo para aprender el idioma y para introducirte en su cultura. Desde el principio, busqué compañeros de piso alemanes y todos mis amigos son de aquí», asegura. Con esas, su alemán «todavía no es fluido», pero reconoce que está en el camino de serlo. «Es un idioma muy lógico, matemático. El orden de la oración siempre es el mismo, con el verbo en segunda posición. Es mucho más sencillo que el castellano», apunta.
Igualmente, si tiene alguna emergencia, puede echar mano del inglés. «Una de las cosas buenas de Alemania es que todo el mundo lo habla», lanza. Y una de las malas es la falta de variedad de productos frescos en los supermercados. «Es difícil encontrar carne y fruta de calidad, no hay alimentos de cercanía como en España», se lamenta. Tampoco hay demasiada variedad con el pescado: «Todo es salmón, trucha y lubina», se ríe.
Llenar la cesta de la compra es algo más costoso que en España, pero donde más se nota que el nivel de vida es más alto es en los alquileres. «Son caros, pero pienso que se ajustan a los sueldos. Una habitación o un piso aquí te cuestan más o menos lo mismo que en Madrid, pero el sueldo mínimo en Alemania es de 1.500 euros», explica.
En Stuttgart, además, hay bastante trabajo porque es «una ciudad industrial», señala. «Están las sedes de muchas marcas importantes de vehículos y hay bastantes empresas de ingeniería de automoción», cuenta. Ella, de hecho, trabaja en la sección de Camiones de Mercedes Benz y su oficio, por allí, no llama la atención, es lo más normal. «Casi todo el mundo trabaja en este sector, de hecho, la calle es un escaparate de coches», bromea. «La automoción es una cultura para ellos, tienen verdadera pasión y hay coches de alta gama por todas partes. Le dan muchísima importancia a su vehículo», prosigue.
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Además, a Gracia le parece que Stuttgart es «la ciudad perfecta para vivir» porque tiene 600.000 habitantes, así que «no es ni grande ni pequeña y es muy multicultural», afirma. «Me gusta mucho que tienen la cultura española de las terrazas y las calles tienen vida». Las comparaciones son odiosas e inevitables y ella, que estuvo en Munich, recuerda que era «un ambiente mucho más turístico y más estresante. Esto es más tranquilo».
Igualmente, reconoce que solo ha visto «la mejor parte» del país porque todavía no ha vivido ningún invierno. Lo tiene a la vuelta de la esquina, aunque le da un poco igual porque su objetivo es quedarse allí. «Me gusta la empresa en la que estoy y trabajar en una multinacional tiene muchas ventajas, te da seguridad». Por eso, aunque tiene claro que volverá a España, dice que será en un futuro «lejano».
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